Sueños de un paseante solitario (Jean Jacques Rousseau) Libros Clásicos

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Pero el que existan verdades tan perfectamente estériles que sean de todo punto inútiles para todo, es otro artículo sobre el que volveré enseguida. Por el presente, pasemos a la segunda cuestión.
No decir lo que es verdad y decir lo que es falso son dos cosas muy diferentes, pero de las que no obstante puede resultar el mismo efecto; porque este resultado es segurísimamente el mismo siempre que el efecto es nulo. Allí donde la verdad es indiferente, el error contrario también es indiferente; de donde se deduce que, en parecido caso, el que engaña diciendo lo contrario de la verdad no es más injusto que el que engaña no declarándola; porque en lo que hace a verdades inútiles, el error no tiene cosa peor que la ignorancia. El que yo crea que la arena del fondo del mar es blanca o roja no importa más que el que ignore de qué color es. ¿Cómo se podría ser injusto sin perjudicar a nadie, pues que la injusticia no consiste sino en el entuerto hecho a otro?
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Así sumariamente declaradas, estas cuestiones aún no me suministrarían empero ninguna aplicación segura para la práctica, sin muchos esclarecimientos previos necesarios para realizar con exactitud dicha aplicación en todos los casos que pueden presentarse, Porque si la obligación de decir la verdad no se funda más que en su utilidad, ¿cómo voy a constituirme yo en juez de tal utilidad? Muy a menudo la ventaja de lo uno obra el perjuicio de lo otro, el interés particular está casi siempre en oposición al interés público. ¿Cómo conducirse en semejante caso? ¿Hay que sacrificar la utilidad del ausente a la de la persona a quien se habla? ¿Hay que callar o decir la verdad que al favorecer a uno perjudica al otro? ¿Hay que pesar cuanto se debe decir en la sola balanza del bien público o en la de la justicia distributiva, y estoy yo seguro de conocer lo bastante todos los aspectos de la cosa para no dispensar las luces de que dispongo más que a las reglas de la equidad? Además, al examinar lo que se debe a los otros, ¿he examinado suficientemente lo que uno se debe a sí mismo, lo que se debe a la verdad por sí sola? Si cuando engaño a otro no le causo ningún perjuicio, ¿se deduce de ello que no me lo haga a mí mismo, y basta con no ser jamás injusto para ser siempre inocente?

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