Discurso sobre economía política (Jean Jacques Rousseau) Libros Clásicos

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Otra diferencia aún más importante consiste en que por no tener los hijos más que lo que reciben del padre, le corresponde a éste o de él emana evidentemente todo derecho de propiedad. Ocurre total mente al contrario en la gran familia: su administración general se es­tablece sólo para asegurar la propiedad particular preexistente. El principal objeto de todos los trabajos de la casa es el de conservar e incrementar el patrimonio del padre para que éste pueda un día repartirlo entre sus hijos y evitarles lapobreza, mientras que la riqueza del fisco no es sino un medio, a menudo mal entendido, para mantener la paz y la abundancia de los particulares. En una palabra, la pequeña familia está destinada a extinguirse y a dividirse un día en varias familias semejantes; pero como la grande está hecha para durar siempre en el mismo estado, es preciso que la primera aumente para multiplicarse, y no basta con que la otra se conserve, sino que, como es fácilmente demostrable, todo aumento le resulta más perjudicial que útil.
Librodo

Por varias razones derivadas de la naturaleza de las cosas, el padre debe mandar en la familia. 1) No ha de ser igual la autoridad del padre y la de la madre, pero es necesario que el gobierno sea único y que
en caso de división de opiniones haya una voz preponderante que decida. 2) Por muy ligeras que consideremos las incomodidades propias de la mujer, el que siempre conlleven para ella un intervalo de inactividad es razón suficiente para excluirla de aquella primacía, pues cuando la balanza está perfectamente igualada basta una paja para que se incline. Al marido le debe corresponder además la inspección de la conducta de su mujer, pues le interesa asegurarse que los hijos, a los cuales debe reconocer y alimentar, no pertenezcan a otro sino a él. La mujer, que no tiene nada parecido que temer, no tiene el mismo derecho que el marido. 3) Los hijos deben obedecer al padre, en principio por necesidad y además por reconocimiento; tras haber recibido de él la satisfacción de todas sus necesidades durante la mitad de su vida, deben consagrar la otra mitad a subvenir a las de aquél. 4) En cuanto a los domésticos, éstos están obligados a prestar servicio al padre a cambio de la manutención que éste les proporciona, salvo sí rompen el trato cuando ya no les conviene.

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