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De todo lo que acabo de exponer se sigue que hay razón en distinguir la economía pública de la economía particular, y asimismo que, como el Estado no tiene nada en común con la familia, a no ser la obligación común para sus jefes de procurar felicidad, no convienen a ambos las mismas reglas de conducta. He creído que estas pocas líneas bastarían para echar por tierra el odioso sistema que el caballero Filmer ha intentado establecer en una obra
1 La voz de la naturaleza tiende al interés personal o familiar (es por esto que el gobernante civil no debe oírla, y debe guiarse por la razón).
Librodo
titulada Patriarcha, a la que dos hombres ilustres le han hecho el honor de dedicar sendos libros en su contra. Por lo demás, ese error es muy antiguo, pues ya el mismo Aristóteles estimó oportuno combatirlo por razones que pueden descubrirse en el primer libro de sus Políticas.
Ruego a mis lectores que distingan bien asimismo entre la economía pública, de la cual me he de ocupar y que llamo gobierno, y la autoridad suprema, que llamo soberanía; distinción que consiste en que mientras la segunda posee el derecho legislativo y obliga en ciertos casos al cuerpo mismo de la nación, la primera sólo posee el poder ejecutor y puede obligar tan sólo a los particulares.2 Véase POLÍTICA Y SOBERANÍA.
Permítaseme por un momento utilizar una comparación común y poco exacta en muchos aspectos, aunque apropiada para hacerme comprender mejor.
El cuerpo político, individualmente considerado, puede entenderse como un cuerpo organizado, vivo y similar al del hombre. El poder soberano representa la cabeza; las leyes y costumbres son el cerebro, origen de los nervios y sede del entendimiento, de la voluntad y de los sentidos, cuyos órganos son los jueces y magistrados; el comercio, la industria y la agricultura son la boca y el estómago que preparan la sustancia común; las finanzas públicas son la sangre de una sabia economía que, desempeñando las funciones del corazón, distribuye por todo el cuerpo el alimento y la vida; los ciudadanos son el cuerpo y los miembros que hacen que la máquina se mueva, viva y trabaje, de modo que cualquier herida que ésta sufra en una de sus partes llevaría de inmediato una impresión dolorosa al cerebro si es buena la salud del animal.
La vida que a ambos corresponde es elyo común al todo, la sensibilidad recíproca y la correspondencia interna entre todas las partes.