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Pero aunque el gobierno no sea el dueño de la ley, ya es mucho con ser su garante y disponer de mil recursos para procurar que se la venere. En esto consiste simplemente el talento para reinar. No hay arte alguno en hacer temblar a todos cuando se dispone de la fuerza, ni mucho tampoco en ganarse los corazones, pues desde hace tiempo el pueblo sabe por experiencia dar buena cuenta a sus jefes del mal que le ahorran y adorarlos cuando no le odian.
Como cualquier otro, el imbécil sumiso sabe castigar los crímenes, mientras que el verdadero hombre de Estado sabe prevenirlos; su respetable imperio se extiende más sobre las voluntades que sobre las acciones. Si el hombre de Estado lograse que todo el mundo hiciese el bien, no tendría ya nada que hacer y la obra maestra de sus afanes sería la de permanecer ocioso. Cierto es, al menos, que el mayor talento de los jefes consiste en disfrazar su poder para hacerlo menos odioso y en conducir el Estado de forma tan apacible que parezca no tener necesidad de conductores.
Concluyo pues en que, así como el primer deber del legislador consiste en adecuar las leyes a la voluntad general, la primera regla de la economía pública es la de administrar conforme a las leyes. Y de este modo, para un buen gobierno del Estado bastará con que el legislador tenga en cuenta toda exigencia derivada del lugar, el clima, el suelo, las costumbres y la vecindad, así como cualquier circunstancia propia del pueblo que debe instituir.5 Esto no significa que no quede una infinidad de detalles de policía6 y economía
5 Este pasaje expresa de modo sintético la profunda impresión que causara en el autor la lectura del El Espíritu de las Leyes, del barón de Montesquieu (1748), como podremos apreciar a lo largo de todo el artículo 6 El uso de la palabra "policía" en este y otros contextos del presente texto tiene un alcance mucho mayor que el uso comente en la actualidad. Se refiere a la administración política interna y cotidiana en general, a la "pequeña política", como cuidado del orden en diversos ámbitos de actividad. Pan una mejor comprensión del término (rescatado por Foucault en su teoría de la gubernamentalidad, a fines de los años ´70), ver especialmente M.
Librodo
pendientes de la prudencia del gobierno7, si bien, siempre dispondrá de dos reglas infalibles para conducirse con acierto en tales ocasiones: el espíritu de la ley aplicable a los casos por ella previstos y la voluntad general, fuente y suplemento de toda ley, que deberá ser consultada en defecto de ésta.