Discurso sobre economía política (Jean Jacques Rousseau) Libros Clásicos

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El dinero es simiente de dinero y el primer doblón es a veces más difícil de ganar que el segundo millón. Más aún, todo lo que el pobre paga, lo pierde para siempre y va a parar o vuelve a las manos del rico, y como el pro­ducto de los impuestos va a parar, tarde o temprano, sólo a los miembros del gobierno o a sus allegados, aunque paguen su contingente, tienen un claro interés en aumentarlos.
Resumamos en cuatro palabras el pacto social de los Estados: Vosotros tenéis necesidad de mi, pues yo soy rico y vosotros sois pobres. Hagamos pues un pacto: yo permitiré que tengáis el honor deservirme con la condición de que me deis lo poco que os queda a cambio de la pena que me causará mandaros.18
Si con cuidado combinamos todas estas cosas, veremos que para repartir las tasas de manera equitativa y verdaderamente proporcional, su imposición no debe hacerse sólo en razón de los bienes de los contribuyentes, sino por la razón compuesta de la diferencia entre sus condiciones y el superfluo de sus bienes, operación muy importante y difícil que cada día realizan multitud de honestos encargados que saben aritmética, pero que un Platón o un
18 Un desarrollo pormenorizado acerca de este "pacto espurio", y sus fundamentos, se encontrará en el Discurso sobre los Orígenes de la Desigualdad entre los Hambres, célebre texto de Rousseau acerca del estado natural del hombre, y su "caída" en el envilecimiento producto del orden social y la propiedad, también conocido como Segundo Discurso, de 1754 (esto es, contemporáneo del Discurso sobre la Economía Política.)
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Montesquieu no se hubieran atrevido a llevar a cabo sin temor y sin pedir al cielo luces e integridad.
Otro inconveniente de la tasa personal es que se deja sentir mucho y que su duración es excesiva, lo cual no impide que esté sujeta a muchos inconvenientes, porque en la inspección
o en el proceso es más fácil ocultar la cabeza que las posesiones.
De las restantes imposiciones, el censo sobre tierras o falla real siempre se consideró como la más ventajosa en aquellos países en los que se tiene más en cuenta la cantidad del producto y la seguridad de la recaudación que la mínima incomodidad del pueblo. Se llegó a decir que había que gravar al campesino para despertarle de su pereza y que no haría nada si no tuviese nada que pagar.

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