Discurso sobre economía política (Jean Jacques Rousseau) Libros Clásicos

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Pero en todos los pueblos del mundo, la experiencia desmiente esta ridícula máxima. En Holanda e Inglaterra, donde el labrador paga muy poco, y sobre todo en China, donde no paga nada, es donde mejor se cultiva la tierra; por el contrario, allí donde el labrador está gravado en proporción al producto de su tierra, la deja sin cultivo o se limita a obtener sólo lo que necesita para vivir, pues para quien pierde el fruto de su esfuerzo, el no hacer nada significa ganar y exponer el trabajo a una multa es un medio singular de alejar la pereza.
La tasa sobre tierras o sobre el trigo, sobre todo cuando es excesiva, origina dos inconvenientes tan terribles que acaban despoblando y arruinando el país en el que se implanta.
El primero proviene de la falta de circulación de especies, pues el comercio y la industria atraen a la capital todo el dinero del campo y, al romper el impuesto la proporción que aún podía darse entre las necesidades del labrador y el precio del trigo, el dinero sale continua-mente y no regresa jamás: cuanto más rica es la ciudad tanto más pobre es el campo. El producto de las tallas pasa de manos del príncipe o del financiero a manos de artesanos y comerciantes, y el cultivador, que sólo percibe la menor parte, se agota al final teniendo que pagar siempre igual suma recibiendo cada vez menos. ¿Cómo podría vivir un hombre que sólo tuviese venas pero no arterias o cuyas arterias llevasen la sangre a tan sólo cuatro dedos del corazón? Chardin dice que en Persia, los derechos del rey sobre los productos agrícolas se pagan también con productos agrícolas. Esta costumbre, de la que cuenta Herodoto que se practicó en ese país hasta los tiempos de Darío, puede impedir el mal del que acabo de hablar. Pero, a no ser que en Persia los intendentes, directores, empleados y guardas de almacenes sean otro tipo de gente distinta a la que son en otros países, me costaría creer que llegase hasta el mismo rey la mínima parte de dichos productos, que los trigos no se echasen a perder en los graneros o que el fuego no acabara con casi todos los almacenes.
El segundo inconveniente procede de una ventaja aparente que agrava los males antes de detectarlos. El trigo es un producto agrícola no encarecido por impuestos en los países que lo producen, y que, a pesar de ser absolutamente necesario, disminuye en cantidad sin que aumente su precio, lo cual es causa de que mucha gente muera de hambre aunque el trigo siga siendo barato, así como de que el labrador sea el único que carga con el impuesto que no pudo desfalcar del precio de venta.

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