Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

Página 10 de 455

Podía ver las luces del interior, y las siluetas de los que bebían y apostaban.
Y entonces llegaron los perks y subieron corriendo a cuatro patas por los peldaños, moviéndose tan deprisa como una manada de ratas que escapa de un sótano.
Tabitha cometió un error. Intentó seguir hacia adelante y bajar los peldaños abriéndose paso por entre la turbamulta de perks que venían hacia ella.
-¡Eh, mujer! ¡Mujer, eh, mujer, eh, eh, cuidado!
Un macho de piel aceitosa con unos ojos verdes de mirada penetrante se encabritó debajo de sus pies y la hizo caer rodando hasta el final del tramo de peldaños.
Y un instante después los perks ya estaban apelotonados a su alrededor sosteniéndose sobre sus patas traseras como si fueran una congregación de nutrias muy flacas cubiertas de cuero negro con diademas doradas ciñéndoles la cabeza.
Tabitha intentó ponerse en pie. No quería discutir con un grupo de perks excitados por el ambiente del carnaval.
Los perks se lanzaron sobre ella. Veinte patitas cubiertas de callos y excrecencias córneas se agarraron a su chaqueta, sus pantalones y sus brazos. Tabitha sintió cómo empezaban a hurgar dentro de su bolsa.
-¡Eh! ¡Largo de aquí!
Los perks tiraron de ella y la hicieron caer de nuevo. Tabitha pataleó y se debatió sacando el máximo provecho posible a la débil gravedad de Schiaparelli. Sus tacones resbalaron sobre los peldaños intentando encontrar un punto de apoyo y el macho que llevaba la voz cantante en el grupo saltó sobre su cadera y se deslizó por entre sus piernas. El perk se acurrucó encima de su ingle y empezó a ondular sinuosamente de un lado a otro encorvando los hombros mientras acercaba su cabecita achatada al rostro de Tabitha.
-¡Cheeeeeeeeee! -gritó.
Tabitha se irguió bruscamente y movió las caderas para quitarse de encima al perk. Varios primos y hermanos suyos salieron volando por los aires. Tabitha logró liberar un brazo de los dos perks que intentaban mantenerlo inmovilizado y señaló al pequeño alienígena con un dedo.
-¡Sal de mi camino!
-Tú en nuestro camino, mujer.
-¡Cheeee! -gritaron a coro todos los perks-. ¡Cheeeee! Las plumas que cubrían la parte posterior de sus cabezas y las pequeñas protuberancias musculosas que tensaban las perneras de sus pantalones abiertos a los lados se habían erizado. Los perks flexionaron espasmódicamente las garras sobre sus medallones y las hicieron subir y bajar a toda velocidad por las cremalleras de sus chaquetas.

Página 10 de 455
 

Paginas:
Grupo de Paginas:                       

Compartir:




Diccionario: