Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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-Pero necesitamos un cristal de eje nuevo dijo. -¿Necesitamos? ¿A qué viene ese "necesitamos"? Creí que no tenías socios. -Alice necesita un cristal de eje. -¿Quién es Alice? -La nave. Alice necesita un cristal nuevo.
-Conseguiremos uno en Plenty.
Tabitha pensó en lo que acababa de decirle y descubrió que no le hacía ninguna gracia. Plenty era una mala noticia, desde luego, y Titán estaba bastante lejos de sus rutas habituales por lo que no había muchas probabilidades de que consiguiera un cargamento que transportar a la vuelta,
pero... Bueno, Titán estaba muy lejos y Marco estaba aquí. Y tenía dinero.
Carraspeó para aclararse la garganta.
-Bien, tendremos que correr el riesgo. Pero necesito los doscientos
cincuenta por adelantado, ¿de acuerdo?-Echó un vistazo al reloj-. Tengo que pagar la multa.
Marco se quedó tan inmóvil que incluso pareció haber dejado de respirar.
-¿Qué multa? -preguntó.
-¿No te hablé de la multa? -replicó Tabitha.
Se lo contó. Marco se echó a reír. Rió y rió como si Tabitha acabara de contarle el chiste más divertido de toda la historia de los chistes.
-No tiene tanta gracia.
-¡Pues claro que la tiene! Ese bicho repugnante volando por los aires...
Tabitha tomó otro sorbo de café.
-Pues la broma me salió muy cara dijo.
-Bueno, veamos... Doscientos cincuenta, ¿no?
-Trescientos con la tasa portuaria y el resto. Trescientos setenta y cinco con el combustible.
-Qué diablos... Podemos permitírnoslo. Sí, podemos hacerte ese favor.
Tabitha sintió un considerable alivio. No soportaba los regateos, quizá porque nunca se encontraba en una posición desde la que le fuera posible regatear.
-¿Cuánto cuesta ese cristal?
Tabitha repitió la cifra dada por Carlos.
Mareo ni tan siquiera parpadeó, y Tabitha empezó a tener sus dudas sobre
lo que ganaba un artista en la Cinta de Moebius. -Bueno, pagaremos la multa y el cristal y tú nos llevarás a Titán -dijo
Marco.
-¿Tienes tanto dinero?
-Claro que sí. Claro que tenemos dinero. Bueno, es Hannah quien lo
tiene...
-¿Y quién es Hannah? -preguntó Tabitha.
Se dio cuenta de que había usado un tono de voz bastante seco, y no le
gustó. -Nuestra representante dijo . Estamos en su apartamento, ¿sabes?
-¿Vive aquí?
No podía creerlo. El mobiliario, los aparatos y los estantes repletos de cintas no lograban impedir que el piso tuviera la típica apariencia de un lugar deshabitado.

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