Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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Oh, si quieren pueden pensar que son meras fantasías, pero en mi fuero interno siempre he estado convencida de que la Alice Liddell y Tabitha Jute, su capitana, eran muy parecidas. Las dos eran pequeñas, robustas y un poquito rechonchas. Las dos estaban compuestas por materiales de lo más corriente; pero la prosaica fachada de ambas ocultaba a dos espíritus amantes de la aventura que poseían recursos sorprendentes.
También es posible que esto sea un simple caso de sabiduría retrospectiva, una coloración rosácea de sentimentalismo deformante que la nostalgia proyecta sobre todo lo pasado. Intenten imaginarse a Tabitha Jute y Marco Metz cruzando la explanada de concreto del espaciopuerto ese frío atardecer de Schiaparelli para subir a bordo de la aún no redimida Alice y alejarse hacia el cielo marciano para emprender un viaje que les llevará hasta Plenty..., y mucho más allá.

Segunda parte: Perdidos en las cavernas de Plenty
-Puedes quedarte con este camarote -dijo Tabitha después de abrir la puerta corredera-. Sacaré todos los trastos enseguida.
A juzgar por su reacción cualquiera habría pensado que Marco jamás había visto una Kobold.
-¡Es increíble! ;Absolutamente increíble, de veras! ¡Menuda nave! - Tabitha sintió sus brazos rodeándola desde atrás-. Quiero ir delante contigo.
-No -dijo Tabitha-. Nunca he permitido que nadie entrara en la cabina. Clavó la mirada en los enormes ojos castaños de Marco -. Lo siento.
-Vaya, vaya... dijo él-. ¿A qué viene esto? ¿Normas de seguridad?
-Bueno..., sí -dijo ella.
-No lo creo murmuró Marco abrazándo!a con más fuerza y retrocediendo un poco para poder verle la cara-. ¿Estás diciéndome que una mujer como tú hace caso de ese montón de tonterías?
Tabitha giró sobre sí misma y empujó la puerta del camarote de pasajeros que se había quedado atascada a mitad del trayecto.
-Cuando conduzco prefiero estar sola en la cabina -dijo-. Eso es todo.
Su respuesta pareció aplacarle un poco.
-Bueno, de acuerdo -dijo. Sus manos vagabundearon por el cuerpo de Tabitha y sintió el roce de sus labios en una oreja-. Te echaré de menos - dijo-. Todo el trayecto hasta Plenty... ¿Cuánto tardaremos? ¿Tres horas subjetivas, cuatro?
-Cinco dijo ella liberándose de su abrazo-. No voy a correr riesgos. No con ese cristal y menos llevando un pasajero.
-¡Cinco horas ! exclamó él-. ¿Qué se supone que debo hacer todo ese tiempo sin ti?

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