Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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Marco estaba flotando detrás de su red e intentaba besarle la nuca a través de los agujeros-. Marco... -le advirtió.
-¿Qué? ¿Quieres algo? ¿Qué quieres?
Marco se había puesto cabeza abajo con los brazos debajo de la red y le acariciaba el trasero. Tabitha movió las piernas hacia atrás para apartarle. Los campos de la red captaron el movimiento y lo compensaron.
-Tengo un trabajo que hacer-dijo Tabitha.
-Ah, ¿sí? ¿Cuál? -la desafió Marco. Se deslizó por debajo de ella y emergió entre sus pies-. ¿Hay algo que esta vieja bañera no sea capaz de
hacer por sí sola?
Tabitha le lanzó una mirada feroz.
-No insultes a mi nave dijo.
-De acuerdo, de acuerdo. Lo siento, vieja amiga, lo siento... -Marco extendió un brazo y dio unas palmaditas en el mamparo más próximo-. Disculpe, señora, no pretendía ofenderla.
Las luces de colores se encendían y se apagaban sobre la consola. Rojo verde, azul... Los diagramas se sucedían unos a otros, se superponían, parpadeaban, se fundían y se convertían en masas de líneas y curvas. La Alice efectuó una levísima corrección de rumbo, apenas la fracción de una fracción numérica.
El espacio seguía y seguía. El decorado por el que avanzaban era tan inmenso que parecían estar inmóviles.
-Bueno, ya sabes que soy un ignorante dijo Marco-. ¿Qué estás haciendo ahora? No veo que estés haciendo nada. ¿Qué es eso tan crucial que estás haciendo?
"No tengo por qué responder a esa pregunta", pensó Tabitha. Pero lo hizo.
-Te estoy llevando al sitio donde has de actuar -dijo.
Intentó usar un tono de voz que sonara bastante preocupado y clavó los ojos en el mesoscopio mientras fruncía el ceño.
Pero, naturalmente, Marco no se conformó con esa contestación.
-No, no -dijo. Retrocedió hasta su red y tomó asiento en ella con las piernas cruzadas. Puso las manos delante del pecho y la contempló como si fuera un gran inquisidor-. Eso lo hace la nave, ¿verdad? Todo eso es cosa de nuestra pequeña Alice, ¿eh? -dijo-. ¿Y tú? ¿Qué haces?
Tabitha se volvió hacia él.
-Soy una parte más de esta nave -replicó-. Soy la parte que toma las decisiones. -Dio unos golpecitos sobre la deslustrada insignia de su hombro-. Soy la capitana -añadió.
-Creía que las naves tenían cerebro -insistió Marco .

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