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Clavó los ojos en aquel hombre tan guapo que tocaba la armónica para ella y se preguntó cómo acabaría el tema, cómo conseguiría resolver la discrepancia existente entre el subir y el desplomarse de la melodía..., hasta que se dio cuenta de repente de que Marco había dejado de tocar, y de que la melodía terminaba con una mezcla de acorde y trino que subió, bajó, agitó la cola y se esfumó en el silencio.
-Oh, ha sido magnífico dijo.
Marco sonrió. Sus hermosos ojos casi rehuyeron su mirada, y la lucecita tímida que los iluminaba no se parecía en nada al fuego de antes.
Tabitha abrió los cierres de su red. Fue hacia él, le cogió de una mano y tiró de Marco hasta incorporarle.
Marco perdió unos momentos dejando la armónica allí donde la había encontrado, en la ranura del fibrilador defectuoso. Después giró sobre sí mismo y la besó.
-¿Y Tal? -preguntó Tabitha.
-No le pasará nada.
Marco señaló las lucecitas verdes de la caja, y Tabitha vio que se encendían y se apagaban siguiendo el mismo ritmo tranquilo de siempre.
Fueron por el pasillo que rodeaba la bodega, entraron en el camarote de la capitana y dejaron la puerta abierta.
Metieron un pie en uno de los aros que había en las esquinas del catre para no flotar a la deriva y se desnudaron el uno al otro. Sus ropas se fueron apartando lentamente de ellos y quedaron suspendidas en el aire. Los zapatos giraron sobre sí mismos trazando órbitas imprecisas alrededor de sus propietarios. La ropa interior surgía de los rincones más inesperados y emprendía rumbos de colisión que la llevaban a chocar con los calcetines.
Tabitha sacó el pie del aro y se impulsó hacia Marco. Sus cuerpos entraron en contacto y Tabitha le puso las manos sobre las caderas. Marco había separado las piernas y Tabitha se encontró deslizándose sin ninguna clase de resistencia por entre el arco que formaban sus muslos. Marco empezó a girar sobre sí mismo y alargó las manos hacia ella mientras Tabitha iniciaba una lenta rotación debajo de su ingle. Las manos de Marco se deslizaron sobre sus pechos con tanta facilidad como si estuvieran cubiertos de aceite. Giró en el aire hasta quedar de cara a ella y subió las piernas apoyándose sobre la nada hasta pegar los talones a las nalgas mientras separaba las rodillas.