Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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En los primeros tiempos de la Carrera Espacial no había razón alguna para construir a centenares de millones de kilómetros de tus vecinos. Si no te importaba el clima tenías disponible prácticamente la totalidad de Marte, y cualquier persona era capaz de levantar un tubo.
Esa es la razón de que durante la época en la que transcurre nuestra historia hubiese algo así como doscientos habitáculos en órbita que incluían cinco docenas de tubos; catorce plataformas; siete ruedas; dieciséis misceláneas inclasificables que incluían casinos en sistemas de naves inmovilizadas, conjuntos de carga y accidentes permanentes; y tres zikkuraths de los eladeldis. Todos esos habitáculos giraban alrededor de la Tierra, por no mencionar a la pobre y vieja Luna olvidada de todos.
Las personas inteligentes y con un mínimo de buen gusto acabaron decidiendo que no podían seguir soportando todo aquel desorden. Siguieron a los leviatanes mineros hasta el cinturón de asteroides y cuando los mapas del cinturón sucumbieron a la locura de las fronteras y las demarcaciones de propiedad -cosa que no tardó mucho tiempo en ocurrir-, siguieron camino hasta Saturno, donde estaban las auténticas oportunidades de hacer fortuna. En los anillos sólo tenías que preocuparte de los ermitaños.
En cuanto los grandes negocios abandonaron la Tierra una parte del Enredo quedó desocupada. Los proyectos que habían empezado a florecer murieron dejando atrás sus entramados de acero y las nebulosas de remaches inútiles que giraban "más allá del cielo". La situación de esos y de otros orbitales no tardó en ser altamente fluida tanto en la ficción legal como en la realidad. Cambiaban de manos con tanta rapidez que parecían tener un nuevo propietario con cada día que pasaba.
Los que no se habían movido de la Tierra hacían chistes de mal gusto sobre latas vacías y volvían la espalda al reluciente collar que adornaba el cielo nocturno, pero el espíritu de la expansión no se dejó intimidar. Refugiados, fugitivos y adictos a la red se trasladaron a los cascarones abandonados y se agarraron tenazmente a sus rincones para llevar una auténtica existencia de arañas.
Lo cual nos lleva a Plenty.
Lamento decir que cuando Tabitha puso los pies allí Plenty no vivía su mejor momento. La frase que mejor define al Plenty de esa época es "un sitio de pésima reputación". El cascarón sólo poseía significado estratégico para la raza que lo puso allí, y había acabado siendo considerado como una curiosidad grotesca o un capricho de dimensiones colosales.

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