Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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Todo el mundo supuso que los frasques ocupaban algún lugar en el esquema universal de los capellanos, que eran otra especie subordinada a su poder hegemónico -al igual que ocurría con los thrants y los eladeldis-, aunque parecían más emprendedores y autosuficientes que ninguna otra especie recién llegada. Ah, y nadie tenía ni la más mínima idea de qué estaban construyendo...
El Serafín Kajsa fue la primera nave de nuestro sistema que se aventuró en los gigantescos muelles que ocupaban los niveles inferiores de la estación en cuanto ésta quedó terminada. Dos días después se la vio salir de ellos, con lo que los cínicos y los pesimistas tuvieron que tragarse sus lúgubres especulaciones. Los serafines eran firmes partidarios de la supremacía posthumana y afirmaban sentir una gran simpatía hacia esos alienígenas tan claramente autocráticos. Poco después, una multitud de portavoces humanos se esparció por la Tierra haciendo apariciones personales a través de las pantallas para describir los tesoros que los frasques habían raído al sistema, y pusieron un énfasis especial en lo avanzado de sus instalaciones criónicas.
Los tonos semievangelísticos de la publicidad hicieron vacilar a algunos, y la falta de deferencia, no, mejor dicho, la ausencia de cualquier mención a los capellanos hizo vacilar a otros. Nadie tenía la seguridad de que la Tierra pudiera aceptar esa oferta, y el conjunto de la humanidad temía haber perdido la libertad de actuar independientemente. Las primeras naves humanas no tardaron en seguir el camino de la Serafín Kajsa, y después de aquello no hubo forma alguna de cortar la oleada. Las clínicas suizas y los sanatorios privados enviaban grupos de pacientes que anhelaban ser congelados. Los representantes de las naciones y las organizaciones que habían estado manteniendo una cautelosa neutralidad se unieron a la estampida general soltando discursos sobre las relaciones amistosas y los beneficios mutuos. Creían que sus líderes podrían conseguir el doble secreto del control social y la inmortalidad personal, dos herramientas valiosísimas que permitirían gobernar las sociedades humanas de forma pacífica y efectiva.
Sigo sin entender a las personas que quieren mandar sobre los demás. Dar órdenes siempre me ha parecido una tarea agotadora y muy poco agradecida. Ocuparse de los objetos inanimados ya resulta considerablemente difícil, ¿verdad? La única conjetura que me parece mínimamente lógica es que el haber nacido desnudos, indefensos y atados a un ambiente de tolerancia y amplitud muy reducidas hace que cuando llegan a la edad adulta muchos seres humanos sucumban al deseo de conseguir una especie de venganza aplazada que les haga más grandes y temibles.

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