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Quería librarme del chico, pero no quería que acabara en manos de la policía.
-Olvídalo -murmuré.
La policía estaba cada vez más cerca. Sabía que estaba examinándonos y que los sistemas ocultos detrás del visor habían empezado a leer los datos de mi insignia.
-Capitana, ¿la está molestando? -me preguntó.
-No -dije yo-, no pasa nada. Es..., es un asunto personal. Gracias -
añadí.
La policía me miró con cara de pocos amigos y se marchó.
Intenté alejarme. Creía que si me iba el pobre imbécil dejaría en paz al
cajero y me seguiría, ¿entiendes? Estaba convencida de que la directiva primaria de todos los evangelistas era "Sigue A La Presa".
Pero el chico estaba metido en la máquina y en la red. Estaba en plena interconexión. Se encontraba muy lejos de allí.
-¿Cómo te llamas? -me preguntó.
Volví sobre mis pasos.
-Jute -dije.
"Va a hacer que funcione -pensé-. Lo va a conseguir....."
La policía seguía observándonos. Intenté poner cara de que todo aquello era perfectamente normal y de que le había pedido que hiciera la operación por mí como si fuera el empleado que me prestaría toda la ayuda necesaria para que pudiese llevar a cabo mi transacción.
El enchufado parecía estar en la gloria. Me incliné por encima de él para interponer mi cuerpo entre el suyo y los ojos de la policía. Olía a soldador y vaselina. Le dije cómo me llamaba y recité los números. El enchufado pulsó las teclas y canturreó la nota exacta de cada tecla al funcionar. Le di mi número de crédito. No le di la tarjeta.
-Dame la tarjeta -dijo y extendió la mano.
Alargué el brazo sin hacerle caso y empecé a meter la tarjeta en la ranura.
-No, no -dijo él con una sonrisa vacua.
Sacó la tarjeta de la ranura antes de que pudiera impedírselo, se subió la
manga izquierda de la casulla y la puso en contacto con su muñeca.
-Oh -dijo-. Oh, Tabi-bi-bitha.
Me enseñó aquella dentadura horrible.
-Ahora te conozco -ronroneó-. Sé ta-ta-tantas cosas so-sobre ti...
Estaba leyendo todos mis datos personales a medida que pasaban a través
de él y entraban en el cajero. Podía sentir cómo hurgaba en mi pasado. -Sal de mis archivos -dije.
-Abre tu corazón -dijo.