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Murray y yo nos acostábamos, naturalmente... Le dije que no me había acostado con Michael, y no lo había hecho. Michael quería hacerlo pero yo le iba dando largas. "Voy a conseguir que me deje volar en su cometa", le dije a Murray.
Se rió mucho. Le pareció que era una idea de lo más terminal, y le pareció terminalmente divertida... Murray hablaba así, ¿sabes? Luego dijo que Michael jamás me dejaría ir en su cometa. "El deber está antes que el joder-dijo-. Es el lema de los Mosquitos". Aquello le pareció tan divertido que acabamos haciendo una apuesta. Después de eso los ánimos se calmaron bastante, y todos nos quedamos muy satisfechos y felices.
Bien, Alice, la verdad es que ni tan siquiera había pensado en lo de la cometa hasta que abrí la boca y oí que las palabras salían de mis labios, pero dijera lo que dijese Murray no cabe duda de que era una buena idea. Estaba empezando a hartarme de Michael, y decidí que lo que más me atraía de él era su cometa. Concerté una cita con él en la base para mi próxima tarde libre y le dije a Murray que aquel iba a ser el gran día.
La base estaba vacía. Michael iba de uniforme. Le llevé al hangar donde guardaban las cometas y acaricié su uniforme. Besé su insignia. Después descubrí hasta dónde llegaban sus pecas. Conseguí ponerle tan caliente que me habría prometido cualquier cosa con tal de que me abriera de piernas y me la dejara meter. Supongo que él lo veía de esa forma... Quería hacer algo con una chica y tenía que encontrar una chica que se lo dejara hacer, así de sencillo. Pero yo no era tan lista como creía, Alice. ¿Y sabes por qué? Porque se lo dejé hacer antes en vez de después.
SUPONGO QUE LA SEGUNDA OPCION HABRIA SIDO PREFERIBLE.
¿Cómo puedes saberlo?
QUIERO DECIR QUE... BUENO, YA QUE NO IBA A DISFRUTAR CON ELLO, ENTONCES...
Supongo que tienes razón. Sí, en cuanto Michael se puso en marcha comprendí por qué le había estado dando largas... No era sólo por la cometa, sino porque se lo tomaba todo demasiado en serio. Era un auténtico desastre... No se parecía en nada a Murray. Murray se comportaba como una especie de salvaje enloquecido, y el único problema de estar con él era que debías mantenerte a su altura.