Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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-Yo sí -dijo Xtasca.
-No toques nada, Xtasca -dijo Tabitha.
-Por supuesto, capitana -dijo Xtasca, y se alejó zumbando en su platillo.
Tabitha dejó que la cabeza se le fuera inclinando hasta colgar entre los hombros.
-No me necesitas para nada más, ¿verdad?
Saskia puso cara de preocupación.
-¿Adónde vas? -quiso saber.
-Me voy a la cama -anunció Tabitha-. Ah, sí... Saluda a Marco de mi parte.
-ESTAREMOS ALLI ANTES DE QUE SE HAYA QUEDADO DORMIDA, CAPITANA-observé.
-No apuestes por ello -dijo Tabitha-. Hannah, ¿hay algún hotel que funcione?
-Le he reservado una suite, capitana.
-Estupendo -dijo Tabitha, y bostezó.
Sus ojos recorrieron la estancia y se posaron en Saskia, la representante congelada, la lucecita verde que brillaba sobre el lector y el umbral por el que acababa de salir Xtasca.
-Todos os habéis portado estupendamente -farfulló mientras iba hacia la puerta.
-¡Tabitha! -gritó Saskia.
Tabitha se volvió. Estaba muerta de cansancio.
-¿Qué?
-Nada -dijo Saskia retrocediendo unos centímetros-. Yo... Yo sólo... ¿Qué harás cuando despiertes?
Tabitha se las arregló para sonreír. Había círculos oscuros debajo de sus ojos y manchas de sangre y vómito sobre su pijama hecho jirones, y la saliva caústica de los alienígenas le había hecho unas cuantas calvas en la cabellera.
-No lo sé -dijo-. Quizá quiera divertirme un poco.
Después volvió a girar sobre sí misma, pasó junto a los policías que seguían estremeciéndose y a los dignatarios muertos y fue por el pasillo hasta llegar a la salida. El aparcamiento se estaba empezando a llenar. Frasques que se habían quedado sin reina, heridos y gente que había perdido la cabeza, fanáticos de la supervivencia con mochilas de camuflaje y el rostro cubierto de pintura negra, robots insatisfechos, navegantes borrachos de permiso, saqueadores atiborrados de anfetas, enchufados sonrientes envueltos en túnicas azules, perks que blandían sus trofeos, thrants recubiertos de cuero, cadáveres de varias especies y altaceanos que hurgaban en los bolsillos de los cadáveres... La multitud que se había congregado alrededor de la puerta avanzó hacia Tabitha en cuanto la vio cruzar el umbral y empezó a gritar pidiendo mil cosas distintas e imposibles a la vez, pero Tabitha no les hizo ningún caso. Se abrió paso a codazos por entre el mar de cuerpos y se alejó.
La observé marchar desde el sensor de seguridad que había encima de la puerta, y vi como su silueta se iba empequeñeciendo y dejaba de ser una persona identificable hasta convertirse en una mancha gris que desapareció entre una multitud multicolor.

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