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hoy de mano en la pregunta
lo que mi Ingenio barrunta;
viendo el orbe desahuciado
es haber el fin llegado
o haber su autor padecido,
y pues él restituido
se ve en su primer vigor,
no ha sido él, sino su autor,
el que...
SINAGOGA No ha sido, no ha sido,
si ya no quieres que sea
autor suyo un sedicioso
nazareno, escandaloso,
que en Palestina y Judea,
en Samaria y Galilea,
predicando aquestos días
dio a entender que era el Mesías,
Hijo de Dios verdadero,
que ha tantos siglos que espero.
INGENIO ¿Y qué es de él?
SINAGOGA Las ansias mías
en un palo le pusieron
en el mismo día que fue
el eclipse, para que
los que bárbaros oyeron
su doctrina y la creyeron
misterio hagan del fracaso,
que acaso les salió al paso
al expirar.
INGENIO ¿Luego el día
el sol murió, que él moría?
SINAGOGA Sí.
INGENIO Pues no fue muy acaso.
SINAGOGA Sólo me faltaba ahora
el que tú quisieses ser
a dos sentidos, en uno
Ingenio y en otro infiel,
para atreverte a dudar,
para arrojarte a creer
con los necios de mi pueblo
si hice mal o hice bien.
INGENIO Hasta pensar e inferir,
¿a quién se ha negado?
SINAGOGA A quien infiera o piense que yo
no soy del Dios de Israel
el bando favorecido
desde el prodigio de Oreb,
tribunal de luz, en cuya
consulta salió Moisés
por general de sus tropas,
hasta llegarse a poner
en la prometida tierra
que abunda de leche y miel.
Si en esta, pues, prodigiosa
peregrinación le hallé
todo ojos a mi mal,
todo manos a mi bien,
todo oídos a mi voz,
tan primera causa que
todas las causas segundas
me obedecieron en él,
¿quién me había de trocar
de agradecida en cruel?
Del bermejo mar lo diga