La hidalga del valle (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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está tu Furor, no temas;
entra dentro.
CULPA No es posible,
porque está de Gracia llena
esta casa; tanto, que
no puedo caber yo en ella.
FUROR Yo te haré lugar.
(Quítale EL AMOR la espada al FUROR y se pone a guardar
la puerta.)
AMOR Primero
te quitaré yo las fuerzas,
y con tu espada seré
el querubín de esta puerta.
(Vase.)
PLACER Sin armas quedó el poder
de la Culpa, por haberlas
quitado el Amor Divino
al Furor de su soberbia.
FUROR ¿Qué has conseguido en quitarme
esa espada que te llevas,
si aunque me dejes sin armas
conmigo mismo me dejas?
Entra, Culpa, que mi aliento
te inspira llamas eternas.
CULPA Sí haré, a pesar de la Gracia,
y con mi rabia sangrienta
morderé (serpiente altiva)
la planta a esa niña bella.
PLACER Paréceme que te pone
la tal planta en la cabeza.
(Vase.)
FUROR Para hablar en esto, es
muy grande vuestra simpleza.
CULPA En el Paraíso entré,
estando en su verde esfera
también entonces la Gracia;
¿pues qué mucho que me atreva
(de mi Furor persuadida)
a esta casa, aunque esté en ella
la Gracia ahora? Mas como
que trabadas en la tierra
tengo las plantas, no puedo,
no puedo (¡ay de mí!) moverlas:
que tiene echadas raíces
la Culpa en la tierra, es cierta
proposición, pues soy tronco
y no puedo andar en ella.
León he sido, la cuartana
me ha dado ahora, pues tiemblan
todos mis miembros helados
discurriendo por mis venas
un ardor, que helado abrasa;
un hielo, que ardiente hiela;
Furor, llega a mí.
FUROR No puedo,
que en maravilla como ésta
tú tienes el accidente,
y yo desmayo las fuerzas.
No en vano (¡ay de mí!), no en vano,
al ir cobrando las rentas
del común pecho del hombre,

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