El purgatorio del San Patricio (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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tan peligrosa defensa
que, aficionado a mi esfuerzo,
Filipo me aseguró
la vida. Lo que tras esto
sucedió, ya tú lo sabes; 650
que fue que, enojado el viento,
nos amenazó crüel
y nos castigó soberbio,
haciendo en mares y montes
tal estrago y tal esfuerzo, 655
que éstos hicieron donaire
de la soberbia de aquéllos.
De trabucos de cristal
combatidos sus cimientos,
caducaron las ciudades 660
vecinas, y por desprecio,
tiraba el mar a la tierra,
que es munición de sus senos,
en sus nácares las perlas
que engendra el veloz aliento 665
del aurora con rocío,
lágrimas de fuego y hielo.
y, al fin, para que en pinturas
no se vaya todo el tiempo,
sin bóvedas de alabastro, 670
sin salados monumentos,
se fueron todas sus gentes
a cenar a los infiernos.
Yo, que era su convidado,
también me fuera tras ellos, 675
si Patricio-a quien no sé
por qué causa reverencio,
mirando su rostro siempre
con temor y con respeto-
no me sacara del mar, 680
cuando ya rendido el pecho,
iba bebiendo la muerte,
agonizando en veneno.
Esta es mi historia, y agora,
ni vida ni piedad quiero, 685
ni que mis penas te ablanden,
ni que te obliguen mis ruegos,
sino que me des la muerte,
para que acabe con esto
vida de un hombre tan malo, 690
que a penas podrá ser bueno.
Rey. Ludovico, aunque hayas sido
cristiano, a quien aborrezco
con tantas veras, estimo
tanto tu valor, que quiero 695
que en ti y Patricio se vea
mi poder a un mismo tiempo;
pues, como levanto, humillo,
y como castigo, premio.
Y así, a ti te doy los brazos 700
para levantarte en ellos
a mi privanza, y a ti


Arrójale en el suelo a Patricio, y pónele el pie.


te arrojo a mis plantas puesto,
significando a los dos

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