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de mi agravio y mi deshonra, 1265
mi vista fuera veneno,
mi aliento fuera ponzoña,
que en Irlanda derramara
sangre vil en tanta copia
que se borrara con ella 1270
de mi afrenta la memoria.
¡Ay, honor!, rendido yaces
a una mano rigurosa.
Muera yo contigo, y juntos
los dos no demos vitoria 1275
a aquestos bárbaros. Pues
un breve rato le sobra
a mi vida, este puñal
tome en mí venganza honrosa.
Mas, ¡válgame Dios!, ¿qué aliento 1280
endemoniado provoca
mi mano? Cristiano soy,
alma tengo, y luz piadosa
de la fe. ¿Será razón
que un cristiano intente agora, 1285
entre gentiles, acciones
a su religión impropias?
¿Qué ejemplo les diera yo
con mi muerte lastimosa,
sino que antes desmintieran 1290
las de Patricio mis obras?
Pues dijeran los que aquí
sólo sus vicios adoran
y el alma niegan eterna
a la pena y a la gloria: 1295
«Que nos predique Patricio
el alma inmortal, ¿qué importa,
si Ludovico se mata
cristiano? También ignora
que es eterna, pues la pierde.» 1300
Y con acciones dudosas,
fuéramos aquí los dos,
él la luz y yo la sombra.
Baste que tan malo sea,
que aún no me arrepiento agora 1305
de mis cometidas culpas,
y que quiera intentar otras.
Pues, ¡vive Dios!, que mi vida,
si fuese posible cosa
escaparse hoy, fuera asombro 1310
del Asia, Africa y Europa.
Hoy empezara a tomar
venganza tan rigurosa,
que en estas islas de Egerio
no me quedara persona 1315
en quien no satisfaciera
la pena, la sed rabiosa
que tengo de sangre. Un rayo,
antes que la esfera rompa,
con un trueno nos avisa, 1320
y después, entre humo y sombras,
de fuego fingiendo sierpes,
el aire trémulo azota.
Yo así, el trueno he dado ya
para que todos le oigan, 1325
el golpe del rayo falta.
Mas, ¡ay de mí!, que se aborta
y antes que a la tierra llegue