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me has de dar señales ciertas
de la pena y de la gloria,
o has de morir. Vengan, vengan
los prodigios de tu Dios 1860
donde los tengamos cerca.
Y por si no merecemos
nosotros glorias ni penas,
dénos ese purgatorio,
que ni uno ni otro sea, 1865
donde todos conozcamos
su divina omnipotencia.
La honra de tu Dios te va,
dile a El que la defienda.
Vanse todos.
Patricio. Aquí, Señor inmenso y soberano, 1870
tus iras, tus venganzas, tus castigos
rompan los escuadrones enemigos
de una ignorancia, de un error profano.
No piadoso procedas, pues en vano
a tus contrarios tratas como amigos, 1875
y, ya que a tu poder buscan testigos,
rayos esgrima tu sangrienta mano.
Rigores te pidió el celo de Elías,
y la fe de Moisés pidió portentos,
y, aunque suyas no son las voces mías, 1880
penetrarán el cielo sus acentos,
pidiéndote, Señor, noches y días,
portentos y rigores, porque atentos
a glorias y a tormentos,
por sombras, por figuras, sea notorio 1885
al mundo, cielo, infierno y purgatorio.
Baja un Ángel Bueno, y sale otro Malo.
Ángel Malo. Temeroso de que el cielo
descubra a Patricio santo
este prodigio, este encanto,
mayor tesoro del suelo, 1890
quise, de rigores lleno,
como ángel de luz, venir
a turbar y prevenir,
vertiendo rabia y veneno,
su petición.
Ángel Bueno. No podrás, 1895
monstruo crüel, porque soy
quien en su defensa estoy.
Enmudece, no hables más.
Patricio, tu petición
oyó Dios, y así ha querido 1900
dejarte favorecido
con esta revelación.
Busca en estas islas una
cueva, que es en su horizonte
la bóveda de ese monte 1905
y el freno de esa laguna,
y el que entrare osado a vella
con contrición, confesados
antes todos sus pecados,
tendrá el purgatorio en ella.