La hija del aire (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 13 de 135

que un desdichado juzgo que es dichoso
en hallando otro que es más desdichado.
Ella, con un suspiro lastimoso,
al verme, dijo, "Pues llegáis, soldado,
a socorrerme con piedad humana,
sabed que Irene soy, de Nino hermana.
En este último encuentro mi caballo
perdí, y como la noche oscura y fría
cerró, sola y herida y a pie me hallo,
sin gente, sin favor, sin compañía."
En mis hombros la puse al escuchallo,
sin acordarme de la pena mía,
y piadoso con ella, cruel conmigo,
en el cuartel me entré de mi enemigo.
A este tiempo, que ser antes no pudo,
ya su gente la había echado menos,
y con trémula voz y dolor mudo
ya se miraban de esperanza ajenos;
yo, que poblados de esplendor no dudo
de la noche los páramos amenos,
doy voces; llegan, y ella, agradecida,
con este anillo me pagó la vida.
Vila a la luz, y vi de su hermosura
el milagro mayor, y en un instante
su beldad adoré; mas ¡qué locura!
El día que fui pobre ser amante!
Pero como la vi en la noche oscura,
jurisdicción de estrellas, no te espante
que a amarla me obligase y, a querella,
pues a todo presente está mi estrella.
Lleváronla a la tienda sus soldados,
y yo, por no ser de ellos conocido,
me quedé, viendo ya de mis cuidados,
con amor, todo el número¡ cumplido;
el infeliz influjo de mis hados
a Batria me llevó, donde admitido
de Estorbato, viví en confusa llama,
que en fin descansa mal el que bien ama.

Vanse ARSIDAS y LIBIO. Salen MENÓN y LISÍAS


MENÓN: De todas cuantas grandezas

Página 13 de 135
 

Paginas:
Grupo de Paginas:         

Compartir:




Diccionario: