La hija del aire (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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ha de alterar todo el orbe,
haciendo que sea el peligro
más general su hermosura,
que es el don que tiene mío.
Excusa, pues, los insultos
los escándalos, los vicios,
los alborotos, las ruinas
las muertes y los delitos
que han de suceder por ella,
hasta que al rey más invicto
haga tirano, hasta que
muera en fatal precipicio."
Dijo la diosa, añadiendo
que al yerto cadáver frío
de Arceta le colocase,
ya en un mármol convertido,
en medio de esa laguna.
Todo Tiresias lo hizo
y y así, en aquesta prisión
tantos años me ha tenido
sin que sepa más que aquello
sólo que enseñarme quiso;
y como en la lengua siria,
quien dijo pájaro, dijo
Semíramis, este nombre
me puso, por haber sido
hija del aire y las aves
que son los tutores míos.
Pues que tú, gallardo joven,
hoy la cárcel has rompido
que fue mi centro, te ruego
que allá me lleves contigo,
donde, yo, pues advertida
voy ya de los hados míos,
sabré vencerlos; pues sé,
aunque sé poco, que impío
el cielo no avasalló
la elección de nuestro juicio.
Esto postrada te ruego,
esto humillada te pido,
como mujer te lo mando,
como esclava lo suplico;
porque si hoy la ocasión pierdo
de verme libre, mi brío
desesperado sabrá
darse la muerte a sí mismo,
donde la misma razón
de excusar mi precipicio
será la que le apresure;
pues nada se vio cumplido
más presto que lo que el hombre
que no fuese presto quiso.
MENÓN: Alza, Semíramis bella,
el suelo, porque es indigno

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