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fuese, Semíramis bella,
a todas las llaves de ella
quebrara luego al instante.
Pero esto es encarecer
mis afectos, y no más,
que dueño, mi bien, serás,
llegando mi esposa a ser,
de alma, vida, honor y ser;
que mal hoy de tu lealtad,
para mi seguridad,
yo, Semíramis, pretendo
tener las llaves, teniendo
tú las de mi libertad.
SEMÍRAMIS: Tan sagrado es el preceto
tuyo, que humilde y postrada,
vivir del sol ignorada,
y aún de mí misma prometo.
Yo de mí misma, a este efeto,
no sabré; porque si a mí
yo me pregunto quién fui,
yo a mí me responderé
que yo no lo sé, e iré
a preguntártelo a ti.
MENÓN: Los villanos que vinieron
de Ascalón para servirte,
aquí podrán divertirte,
pues tanto gusto te dieron.
SEMÍRAMIS: Es verdad, porque ellos fueron
en quien lisonja hallé alguna,
cuantas veces importuna
atormenta mis cuidados
la tormenta de mis hados
y el rigor de mi fortuna.
Sale LISÍAS
LISÍAS: Ya, señor, la, gente espera
que contigo ha de partir.
MENÓN: ¡Oh, quién se pudiera ir
de suerte que no se fuera!
Adiós, dueño mío, y espera
que presto a verte vendrá
quien sin ti y sin alma va,
aunque siempre será tarde.
SEMÍRAMIS: Júpiter tu vida guarde.
MENÓN: Y la tuya aumente.
Vanse MENÓN y LISÍAS
SEMÍRAMIS: Ya,
grande pensamiento mío,
que estamos solos los dos,
hablemos claro yo y vos,
pues sólo de vos confío.
Mi albedrío, ¿es albedrío
libre o esclavo? ¿Qué acción,
o qué dominio, elección
tiene sobre mi fortuna,
que sólo me saca de una