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y yo somos, sí por cierto,
los que al rey la vida dimos,
yo mi garrote poñendo
y ella su manofitura.
MENÓN: Calla, calla, que me has muerto.
CHATO: ¿Yo os he muerto o vos a mí?
¿No sabéis que parece esto
cuando uno pisa un pie a otro,
y se queja él el primero?
MENÓN: Ya a mí el buscarla me toca
más que a todos, que si llego
a hallarla antes, yo sabré
ocultársela al deseo
del Rey. ¡Ay corazón!, pues
de ti mil sabios dijeron
que sabes astrología
y adivinar, yo te dejo
la elección de mis acciones.
Llévame tú donde, ¡ah cielos!,
mi bien está; que los pasos
tú los das, y yo me muevo.
Vase MENÓN
CHATO: ¡Cielos! ¿Qué habrá en este monte,
que todos andan revueltos?
Sale SEMÍRAMIS
SEMÍRAMIS: Ocultarme por aquí
de tanta gente quisiera,
para que nunca pudiera
quejarse Menón de mí.
¡Chato!
CHATO: ¡Señora!
SEMÍRAMIS: ¿Sabrás
si la gente se ausentó
que andaba en el monte?
CHATO: No;
antes pienso que agora hay más.
SEMÍRAMIS: No digas que por aquí
me viste, a nadie, pasar.
Sale MENÓN
MENÓN: Por aquí la he de buscar,
si la hallase, ¡ay de mí!
Pero, ¡cielos!, ¿no es aquélla?
Aseguróme mis celos.
Sale ARSIDAS
ARSIDAS: ¿Pero no es aquélla, ¡cielos!,
si advierto en las señas de ella?
SEMÍRAMIS: Advierte...
CHATO: Sí.
SEMÍRAMIS: Ahora mi suerte
me esconde en aquesta parte.
CHATO: Ya es imposible ocultarte
porque ya han legado a verte.
MENÓN: ¡Arsidas!
ARSIDAS: ¡Menón!
MENÓN: ¡Oh impío
cielo!
CHATO: (¿De qué este soldado Aparte
tanto a Menón ha turbado?