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asegurar mi esperanza.
No, señor; cansado está
el mundo de ver en farsas
la competencia de un rey,
de un valido y de una dama.
Saquemos hoy del antiguo
estilo aquesta ignorancia,
y en el empeño primero
a luz los afectos salgan.
El fin de esto siempre ha sido,
después de enredos, marañas,
sospechas, amores, celos,
gustos, glorias, quejas, ansias,
generosamente noble
vencerse el que hace el monarca.
Pues si esto ha de ser después,
mejor es agora no haga
pasos tantas veces vistos;
dame tú esa mano.
NINO: Aguarda;
que para lo que yo tengo
de hacer agora, me falta
informarme del estado
en que con ella te hallas.
IRENE: (Mucho harán mis sentimientos, Aparte
¡cielos!, si hoy no se declaran.
SEMÍRAMIS: Eso he de decirlo yo;
que a mi decoro, a mi fama,
a mi altivez, mi soberbia,
mi ambición y mi arrogancia
conviene que sepan todos
que antes de ver que me llama
Menón su esposa, no tuvo
de mí más que confïanza
de que, en siéndolo, sería
suya; pues aunque me saca
su valor de una prisión
de esas rústicas montañas;
aunque en su poder me tuvo,
él sabe de mi constancia
que no me debió jamás
sino sola la esperanza,
hasta que ya como esposa
la mano le doy.
NINO: Aguarda
tú también; que, eso sabido,
no es buen día en que se casan
dama a quien debo la vida
y amante que es mi privanza,
ser en un monte y acaso.
A ti, Menón, debo cuantas
victorias hoy me coronan
de la siempre verde rama