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y véngome acá también,
o por esto o por estotro.
NINO: Éste es un simple villano
que desde Ascalón conozco;
pues que Semíramis dél
gusta, mandarás, Andronio,
que le vistan de otra suerte;
no ande aquí en traje tan tosco.
CHATO: Vestida tengas el alma
a penas de purgatorio.
Entra, Mandroño, a vestir
el soldado.
UNO: De aquí a poco.
TODOS: ¡Viva la que dio la vida Dentro
a nuestro rey generoso!
ARSIDAS: Ya la música otra vez
suena, y ya se apean.
Vuelven a tocar, y salen SEMÍRAMIS e IRENE
con muchas galas y damas
NINO: Dichoso
yo, que merecí adorar
dos beldades en un solio,
dos soles en una esfera
y dos diosas en un trono.
SEMÍRAMIS: Más dichosa es quien de vos
tuvo aplausos tan heroicos.
CHATO: (¿Quién no dirá que mi ama Aparte
siempre trajo aquel adorno?
Pues yo me acuerdo de cuando
eran pellejos de un lobo.
Pero ¡cómo esas pellejas
vemos hoy cubiertas de oro!)
NINO: ¿Qué te ha parecido, hermosa
Semíramis, bello monstruo
de Asia, a cuyos rayos son
tibios los rayos de Apolo,
de la famosa ciudad
de Nínive, del adorno
de sus muros y sus calles,
y comercio populoso?
SEMÍRAMIS: Sí he visto, señor, y tengo
de decir la verdad; todo
cuanto hasta ahora he visto en ella...
NINO: ¿Qué?
SEMÍRAMIS: ...me ha parecido poco;
mas no me espanto, porque
objeto es más anchuroso
el de la imaginación
que el objeto de los ojos.
Imaginaba yo que eran
los muros más suntüosos,
los edificios más grandes,
los palacios más heroicos,
los templos más eminentes
y todo, en fin, más famoso.
CHATO: (Tan loco nos venga el año Aparte