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Es el defecto de Ceusis
ser ambicioso, soberbio,
cruel, homicida, tirano,
lascivo, injusto y violento.
De todo esto es al contrario
de Licanoro el afecto,
porque es de ánimo abatido,
postrado, humilde y sujeto.
Tanto a la lección se entrega,
apurando y discurriendo
quién es causa de las causas,
que le deja desatento
para lo demás; de suerte
que, aplicando yo otros medios
hoy a la neutralidad
que tu padre tiene, puedo
hacer que tú te corones,
bella Irene, y, siendo ellos
quien en tu frente y tu mano
pongan la corona y cetro,
rendidos a tu hermosura,
para que acaben con esto
tus prisiones, tus ahogos,
tus llantos, tus desconsuelos,
tus pasiones, tus desdichas,
tus penas, tus sentimientos.
IRENE: ¡Oye! (¡Ay de mí!) Aparte
DEMONIO: ¿Qué me quieres?
IRENE: Tu poder no dudo inmenso.
Ya sabes cuánto es vehemente
la cólera del deseo;
dame una señal de que
no es delirio, asombro o sueño
de mi loca fantasía
lo que estoy tocando y viendo.
DEMONIO: Sí haré. ¿Qué es lo que deseas
ver más del mundo?
IRENE: Aunque tengo
en mal formadas especies
retratados mil objetos
que me llevan la atención,
a esos dos jóvenes, puesto
que ellos dices que han de ser
de mi libertad el medio,
quisiera ver.
DEMONIO: Pues yo haré
que los veas en los mesmos
ejercicios que ahora están
divertidos. (Aquí, infiernos, Aparte
he menester vuestra ayuda,
pues para la lid que espero
es necesario tener
tan [pervertido] este reino
que en él no halle entrada aquella
nueva ley del Evangelio
que los apóstoles van
por todo el orbe esparciendo.)
Vuelve los ojos, Irene;
verás lo que a este momento
tratando Ceusis está.
Sale CEUSIS tras un CRIADO con la daga
desnuda
IRENE: Ya le veo, ya le veo,