Las cadenas del demonio (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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contigo el casamentero?
Porque él me dijo, "Lirón,
casaos; que es mucha razón
el que tenga un hombre honrado
casa, familia y estado.
Vos, con aquesa ración
que tenéis de barrendero
de este tempro, y con tener
quien lo gobierne, si infiero
que en manos de la mujer
luce doblado el dinero,
lo pasaréis, craro está,
como un rey; porque es así,
que a eso se juntará
su hacienda, y de aquí y de allí
la gracia de Dios vendrá."
Caséme, viéndole habrar
tan sin duelo y sin mancilla,
y la honra que vine a hallar
son mujer, casa y familia
que tener que sustentar.
Lo que yo solo comía,
lo como ahora en compañía,
y el locirlo tú es engaño;
pues no gano yo en un año
lo que gastas tú en un día.
Sin que de aquí ni de allí
un pan me venga siquiera,
ni la gracia de Dios quiera
más acordarse de mí
que si en el mundo no huera.
Y así de aquesta africión,
pues que le barro su tempro,
le he de pedir a Astarón
me libre; que, si contempro
cuántos sus milagros son,
que sana al cojo, al tullido,
al manco, al ciego, al baldado,
mayor milagro habrá sido
sanar a un hombre casado
del achaque de marido.
LESBIA: Yo también al tempro iré,
y a Astarón le pediré
que, si en otra ha de empezar
la grande obra de enviudar,
en mí sea; que yo sé
que me oirá mijor a mí,
mentecato, que no a vos.
LIRÓN: ¿Por qué, Lesbia?
LESBIA: Porque sí.
LIRÓN: Pues vamos juntos los dos
habrándole desde aquí.
LESBIA: Astarón de gran poder...
LIRÓN: Dios adorado y querido...
LESBIA: ...duélos mirar...
LIRÓN: ...duélaos ver...
LESBIA: ...el talle de mi marido.
LIRÓN: ...la cara de mi mujer.
LESBIA: Dadme modo.

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