Las cadenas del demonio (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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estoy de aquel pacto libre.
LICANORO: ¿No has escuchado, tirana,
que mi padre--¡ah dura pena!--
le dio muerte? En vano trazas
valerte de su noticia
tan aprisa.
IRENE: Mi fe es tanta
que aun muerto he de esperar
que tus dudas satisfaga.
LICANORO: ¿Cómo es posible, si ya
la cólera me desata
las manos, para que tome
de tus agravios venganza?
¡Muere pues!
IRENE: ¡Bartolomé,
tu amparo y favor me valga!

Saca LICANORO la espada y, al ir a herirla, cantan
dentro y él se suspende


MÚSICA: "A quien con fe le llama,
siempre socorre y nunca desampara."

LICANORO: ¿Qué voces mi acción suspenden?
IRENE: Las que mi inocencia guardan.

Salen el REY, LESBIA, LIRÓN, un CRIADO y otro
criados


REY: ¿Qué música es ésta, cielos,
que suspende y arrebata
los sentidos?
CRIADO: Todo el aire
se puebla de luces claras.
REY: Licanoro, ¿contra quién
desnuda traéis la espada?
LICANORO: Contra mí mismo primero
que contra quien la sacaba,
oyendo estas voces.
REY: Luego
¿oísteis las músicas varias?
LICANORO: Sí, señor. Y no eso sólo
nos admira y nos espanta,
sino el ver que allí una nube
hojas de púrpura y nácar
despliega, y un trono en ella,
sobre cuya ardiente basa,
triunfante Bartolomé,
los coros el viento rasgan.
Roja púrpura se viste,
y un monstruo trae a sus plantas,
a quien con una cadena
aprisionado acompaña.
Aladas divinas voces
dicen en cláusulas blandas...

MÚSICA: "A quien con fe le llama,
siempre socorre y nunca desampara."

En un trono se descubre BARTOLOMÉ, que trae al
DEMONIO a los pies


BARTOLOMÉ: Feliz imperio de Armenia,
no sólo vuelvo a tu patria
en alas de serafines,
para que sepas la rara
crueldad que conmigo usaron,
habiéndome hecho mudara,
como culebra, el pellejo,

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