Las manos blancas no ofenden (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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con que estoy libre? ¿Mi primo,
el príncipe de Orbitelo,
a quien su madre ha criado,
sin que le haya visto el pueblo,
entre sus damas, no es
un hermoso joven bello,
en cuyo labio la edad
aun no dio el perfil primero
de la juventud? ¿No van
a Ursino amantes diversos
de Serafina?
NISE: Sí.
LISARDA: Pues
haz de todo esto un compuesto,
y sígueme, sin que pongas
objeción a mis intentos;
que, si no hubiera extrañeza
en los humanos afectos,
la admiración se quedara
inútil al mundo; puesto
que no hubiera que admirar
maravillas y portentos
de un hombre con desengaños
y de una mujer con celos.

Vanse


Salen dos damas con instrumentos, y TEODORO, viejo


TEODORO: ¿Traéis instrumentos?
DAMA 1: Sí.
TEODORO: Pues para aliviar su triste
pena, en tanto que se viste,
podéis cantar desde aquí,
ya que experiencia tenemos
que nada pasión tan fuerte,
sino el canto, le divierte.
DAMA 1: ¿Qué tono, Flora, diremos?
DAMA 2: El de Aquiles, cuando está
sirviendo a Deidamia; pues
su letra otras veces es
la que más gusto le da.
TEODORO: Cantad, y sea el que fuere,
pues a música inclinado,
el cielo en ella le ha dado
tanta gracia que prefiere
a las aves; y podría
ser que, como os escuchase,
cantando él también, templase
tan grave melancolía.

Cantan


DAMAS: "De Deidamia enamorado,
hermosísimo imposible,
en infantes años tiernos
estaba el valiente Aquiles."

Sale CÉSAR vistiéndose


CÉSAR: ¿De Deidamia enamorado,
hermosísimo imposible,
en infantes años tiernos
estaba el valiente Aquiles?

Canta


"¡Ay de mí, triste,
que mi vida estas voces me repiten!"

DAMAS: "Tan rendido a sus pasiones,
felices ya, ya infelices,
que a gusto del pesar muere,
y a pesar del gusto vive.

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