Las manos blancas no ofenden (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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FEDERICO: Porque está aquí Serafina.
PATACÓN: Pues antes por eso es bien
que pase y repase a verla;
que estoy muriendo por ver
si es tan bella como dices.
FEDERICO: El paso, loco, detén;
que, si no miente el temor
o el corazón, que es mal fiel,
es Carlos de Bisiniano
el que está allí. ¡Ansia cruel!
PATACÓN: ¿Al primer encuentro azar?
Mas ¿cuánto va que a perder
echamos el galanteo
al primer lance?
FEDERICO: ¿Por qué?
PATACÓN: Porque, si celos te da,
reñirás luego con él.
FEDERICO: No haré; que el que a competir
viene en público, ya sé
que ha de sentir y callar,
si desea merecer.
PATACÓN: ¡Cuánto me huelgo de verte,
señor, dese parecer!
FEDERICO: ¿Por qué?
PATACÓN: Porque hay quien murmure
que luego la espada esté
a cada paso en la mano.
FEDERICO: Cobarde debe de ser;
que, si a cualquier paso hay causa,
el no parecerle bien
que otro riña es argumento
de que no riñera él.
LAURA: ¿Dónde, caballero, vais?
Atrás el paso volved;
que está la princesa aquí.
FEDERICO: Pues hacedme vos merced
de saber si da licencia
a un forastero de que
bese su mano.
LAURA: Esperad
aquí. Mas ¿quién la diré
que sois?
FEDERICO: Federico Ursino.
LAURA: Perdonad no conocer
vuestra persona.
FEDERICO: No hay culpa
en vos. (Pues que ya la ves,
no es hermosa?)
PATACÓN: (No, por cierto,
sino así, un sí es, no es).
LAURA: Federico Ursino dice,
señora, licencia des
para que bese tu mano.
SERAFINA: Vuelve, Laura, a decir quién.
LAURA: Federico Ursino.
SERAFINA: ¿A mí
mi primo?
LAURA: Sí.
SERAFINA: Sólo fue
éste el necio que faltaba
para cansarme también.
LAURA: ¿Qué quieres que le responda?
SERAFINA: Di que llegue.

A FEDERICO


LAURA: Ya tenéis
licencia.
FEDERICO: (Turbado llego).
CARLOS: (Sólo ahora faltaba ser

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