Las manos blancas no ofenden (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 29 de 80

que acción tal me obliga a hacer!)
SERAFINA: A Carlos de Bisiniano
lo podéis agradecer. --
Y ya que de dos fortunas
teatro esta playa fue,
por cuenta mía las dos
desde hoy han de correr.
Id, César, a descansar. --
¡Lidoro!

Sale LIDORO viejo


LIDORO: ¿Qué mandas?
SERAFINA: Que
en vuestro cuarto esa dama
se albergue, porque no es bien
introducirla en el mío,
sin saber mejor quién es. --
En él podrás repararte
desta fortuna, hasta que
sepa tu padre de ti.
CÉSAR: ¡Vida los cielos te den!
SERAFINA: Ven, Laura. (¡Ay de mí!) Ven, Clori.
LAURA Y CLORI: ¿Qué es lo que llevas?
SERAFINA: No sé.
(No vi más gallardo joven,
no vi más bella mujer,
ni vi tampoco deseo
como el que llevo, de que
haya sido Federico
el que la vida me dé.)

Vanse SERAFINA, LAURA y CLORI


LIDORO: Venid, señora, conmigo
adonde servida estéis.

Vase LIDORO


CÉSAR: (Aquí no hay más que sufrir
de mi fortuna el desdén.)

Vase CÉSAR


CARLOS: (Aquí no hay más que pensar
nuevos contrarios vencer.)

Vase CARLOS


FEDERICO: ¡Fiera, enemiga, tirana,
falsa, alevosa y cruel,
que has venido a dar la muerte
a quien la vida te dé!
¿Qué es tu intento?
LISARDA: Caballero,
ni sé qué decís ni sé
quién sois. Tratad vos de amar,
mientras yo de aborrecer.

Vase LISARDA


PATACÓN: Y tú, aspidillo casero,
¿a qué has venido acá?
NISE: A que,
mientras yo de bufonear,
trate de callar usted.

Vase NISE


FEDERICO: ¿Quién vio igual locura?
PATACÓN: A mí
poco me estorbara, pues
esto no puede durar
más que hasta decir quién es.
FEDERICO: Pues a nadie se lo digas;
que no le está a mi amor bien

Página 29 de 80
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:



Diccionario: