Las tres justicias en una (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 2 de 56

los crïados huyeron;
y solo aquese anciano es quien pretende
librarla, y de nosotros la defiende.
LOPE HIJO: Pues ¿cómo contra tantos, dime, piensa
no hallar tu esfuerzo inútil la defensa?
MENDO: Señor, si yo intentara
vivir, locura fuera, cosa es clara;
pero como no intento
sino morir, no es loco atrevimiento.
Y ya que tu venida
es última sentencia de mi vida,
de tu rigor a tu rigor apelo,
no te pido piedad.

Arrodíllase


LOPE HIJO: Alza del suelo;
que el primer hombre has sido
que a compasión mi cólera ha movido.
¿Es la dama, que va en tu compañía,
tu esposa?
MENDO: No, señor, sino hija mía.
VIOLANTE: Y tan hija, en efeto,
de su valor, su sangre y su respeto
que, si aquí con su muerte
presumes de mi vida dueño hacerte,
no podrás; pues primero
que lo consigas, a faltarme acero,
siendo mis manos de mi cuello lazos,
ahogada me verás o hecha pedazos,
cuando desesperada
caiga del monte al valle despeñada.
LOPE HIJO: Peregrina belleza,
convalezca del susto la tristeza;
que, aunque ella hubiera dado
disculpa a lo crüel, a lo obstinado
de mi vida, ella ha sido
también la que mi acción ha suspendido,
siendo el primero efeto
que vi en mí de piedad y de respeto.
¿Adónde es tu camino?
MENDO: A Zaragoza voy, donde imagino
que podrá ser que la persona mía
te pague estas piedades algún día.
LOPE HIJO: Pues ¿quién eres?
MENDO: Don Mendo
Torrellas me apellido. Al rey sirviendo,
don Pedro de Aragón, gran tiempo he estado
en Francia, Roma, y Nápoles; llamado
de él hoy vuelvo a la corte,
a hacerlo en lo que más mi vida importe;
donde te doy palabra, si te ha puesto
algún fracaso en esto
de vivir de esta suerte,

Página 2 de 56
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: