Nadie fíe su secreto (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 16 de 54

)
Aunque a mi pena es igual
de mi descuido la culpa,
noblemente me disculpa
ver que a tus pies no llegara,
si en don Arias no enviara
prevenida la disculpa.
Perdóname haber faltado
a tu servicio o tu gusto,
si ya mi tormento injusto
no me tiene disculpado.
ALEJANDRO: Ya don Arias me ha contado,
César, la fiera porfía
de tanta melancolía,
y tan bien la encareció
que, con lo que dijo, yo
vine a sentirla por mía.
Tan bien la supo sentir
que la causa del pesar
no la supiera callar,
como la supo decir.
Yo, que empeñado en oír
de tu mal las penas graves
le escuché, con tan süaves
razones me las pintó,
que de tu mal supe yo
la causa, que tú no sabes.
Yo te quiero divertir;
esto debo a tu amistad.
A andar toda la ciudad
esta noche has de salir
conmigo; podremos ir
encubiertos y embozados
a visitar disfrazados
varios modos de placeres;
músicas, juegos, mujeres
entretendrán tus cuidados;
que yo te quiero de suerte
que, por verte alegre, diera
todo mi estado, y pudiera
quedarme sólo por verte.
CÉSAR: Tú me honras, pero advierte
que está ya mi pensamiento,
con ese encarecimiento
que llega a merecer hoy,
tan gozoso que ya estoy
muy alegre y muy contento.
Desde aqueste instante empieza
en el alma misma a ser
todo su pesar placer,
gusto toda su tristeza.
No, no se canse tu Alteza
en divertirme mis quejas;
que con aqueso me alejas
del gusto, porque yo sé
que aquesta noche estaré
más contento si me dejas.
Claro está, pues mi cuidado
ha de ser mucho mayor,
viendo que tú estás, señor,
por mí desasosegado.
ALEJANDRO: Tanto, César, me ha pesado
de hablarte en tu pena ciego
que, si yo a verte no llego

Página 16 de 54
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:



Diccionario: