Página 33 de 54
Vase
FÉLIX: ¿Qué más claro ha de decir
que estuvo en ella?
ANA: Yo estoy
muy triste.
FÉLIX: Pues salte hoy
por el campo a divertir;
dame este contento.
ANA: El mío
es tuyo. (Y con tu licencia Aparte
será en fingida pendencia
verdadero el desafío.)
Vanse. Salen LAZARO, don CÉSAR y don ARIAS
LÁZARO: Pasáronme grandes cosas.
CÉSAR: Déjame abrir el papel;
que, en sabiendo lo que dice,
sabré lo demás después.
ARIAS: En fin, ¿cómo sucedió?
LÁZARO: Pues que vivo vuelvo, bien.
CÉSAR: Si el papel he de contaros,
oíd lo que dice en él.
Pónense a leer CÉSAR y ARIAS
LÁZARO: (¡Que se fíe mi señor Aparte
de este parlerón, sin ver
que es quien le dijo a Alejandro
la espada de palo fue!
¡Vive Dios, que éste le vende!
Que quien muere por saber
lo que no le importa es sólo
para contarlo después.)
ARIAS: Bien escribe.
CÉSAR: ¡Qué bien junta
casto amor con firme fe!
ARIAS: Yo más del papel alabo
una queja tan cortés.
Hoy, en efecto, os espera
en su quinta.
CÉSAR: Para el bien
fue cada instante una hora,
un día cada hora fue,
cada día una semana
y cada semana un mes,
cada mes un año entero,
cada año un siglo...
LÁZARO: ¡Detén!
Y éste siglo de los siglos,
por siempre jamás. Amén.
ARIAS: ¡El príncipe!
CÉSAR: Ya me pesa
haberle visto.
ARIAS: ¿Por qué?
CÉSAR: Porque temo que me estorbe
esta ocasión.
ARIAS: Temes bien.
Sale ALEJANDRO
ALEJANDRO: (Aquí está César, y yo, Aparte
deseoso de saber
en qué ha parado el estorbo
de mi celoso papel,
¿cómo le enviaré de aquí?)
CÉSAR: Danos a besar tus pies.
ALEJANDRO: ¿Qué se trata ahora?
ARIAS: Nada.
Hablan don CÉSAR y LÁZARO aparte