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CÉSAR: Esconderéme, aunque ponga
a mayor riesgo mi vida;
que el verme es acción forzosa;
porque amor es fuego, y es
imposible que se esconda.
Vanse don CÉSAR y LÁZARO. Sale don
FÉLIX
FÉLIX: Hermana, ¿en qué te entretienes?
ANA: Aquí me divierto ociosa,
corriendo en libres discursos
imaginaciones locas.
Pero, ¿qué novedad es
venir, señor, a estas horas?
FÉLIX: A estas horas me ha traído
un negocio que me importa,
y basta que esto te diga.
Elvira, haz que al punto pongan
la carroza y dala el manto
a doña Ana.
ANA: ¿Ahora carroza?
¿Dónde pretendes llevarme?
FÉLIX: ¡Qué sin causa te alborotas!
Hay un festín en palacio;
mandóme Nísida hermosa
convidarte de su parte;
tanto su Alteza te honra.
ANA: (¡Ay cielos! Sin duda, él sabe Aparte
esta ocasión, y la estorba
cuerdamente, pues cifradas
dice sus sospechas todas.
¡Ay Amor! Todas tus penas
se hicieron para mí sola,
pues yo siento lo que pierdo,
y otras sienten lo que gozan.)
Vanse doña ANA, don FÉLIX y ELVIRA.
Salen don CÉSAR y LÁZARO
LÁZARO: Ya se fueron. ¿Qué suspiras?
Pues, ¿no te basta y te sobra
estar dentro de su casa?
"Hoy", señor, si bien lo notas,
"sales de este laberinto".
Mas, ¿qué bien con sospechosas
razones te dio a entender
tu peligro y su deshonra!
Con casamiento te advierte,
y asegurarle te importa.
Sale ELVIRA
ELVIRA: Ahora puedes salir;
que ya se fueron.
LÁZARO: Acorta
de cuidados, y salgamos
de esta borrasca espantosa.
CÉSAR: ¡Para mí solo se hicieron,
Amor, tus desdichas todas;
que yo siento lo que pierdo,
y otros sienten lo que gozan!
Vase
LÁZARO: Y, ¿cómo estamos de cuenta?
ELVIRA: A mí nadie me la toma.
LÁZARO: (¿Qué va que en ella la alcanzo, Aparte