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que a este fin habrá dos años
que la quise y que me quiso.
No diré las ocasiones
que por tu causa he perdido,
anteponiendo leal
a mi gusto tu servicio.
Mas sólo diré que hoy,
sabiendo que el cielo impío
su casamiento ordenaba,
trató casarse conmigo.
Pensando que me estorbaba,
negué el secreto a un amigo,
pero viendo que no tiene
en mí el secreto peligro,
sólo a algún planeta doy,
sólo atribuyo a algún signo
el querer con mala estrella,
pues ellas la causa han sido.
Pero si suelen vencerse
con reservados arbitrios,
para que en mi estrella juzgues,
hoy el cielo te previno.
ALEJANDRO: Si en perdidas ocasiones,
don César, has conocido
que fue culpa de tu estrella,
no condenes al amigo;
supuesto que no bastó
hoy para haberla perdido
haber callado el secreto;
que sucediera lo mismo
cuando siempre le guardaras;
pero yo estoy ofendido
de que tratases casarte
sin saber el gusto mío.
Dame la pluma; que yo
quiero escribir, que ya he visto
lo poco de que me sirves.
CÉSAR: De poco, señor, te sirvo,
pero ninguno...
ALEJANDRO: Ya basta.
Escribe
CÉSAR: (Si de la Fortuna ha sido Aparte
este juego, en solo un lance
al rey y dama he perdido.
¿Hay más tormento en el mundo?
¿Hay más pena en el abismo?
No, pues no la tengo yo.)
ALEJANDRO: Cerrad el papel que he escrito,
y llevádsele a don Félix,
que haga lo que en él le digo.
CÉSAR: ¿Hoy he de llevarle?
ALEJANDRO: Sí.
CÉSAR: Que no hay correo imagino.
ALEJANDRO: Llevadle vos a su casa;
que con un propio le envío.
CÉSAR: (Perdida he visto una dama, Aparte
y un señor airado he visto,
y no sé para otra vez
cuál de los dos he temido.)