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AUTO SACRAMENTAL ALEGÓRICO
INTITULADO
EL CORDERO DE ISAÍAS
DE DON PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
PERSONAS
Behomud. Pueblo Hebreo.
El Demonio. Pueblo Romano.
La Pitonisa. Filipo, barba.
Candaces. El Cuidado.
El Descuido. Dos Damas.
La Fe. Un Ángel.
Dentro, ruido de terremoto, y después de las primeras voces salen por una parte CANDACES Reina de Etiopia, y por otra BEHOMUD, vestido a lo indio.
UNOS ¡Qué asombro!
OTROS ¡Qué confusión!
OTROS ¡Qué sobresalto!
OTROS ¡Qué pena!
OTROS ¡Qué angustia!
TODOS ¡Cielos, piedad!
LOS DOS ¡Clemencia, cielos, clemencia!
Salen los dos.
BEHOMUD ¿Dónde, divina Candaces, 5 vas tan velozmente ciega?
CANDACES ¿Dónde quieres, ¡oh Behomud! que vaya, cuando no deja el pavor del terremoto elección para la senda, 10 sino a guarecerme -si es que contra el cielo hay defensa-, de las ruinas del poblado, al páramo de las selvas? Y ya que en ellas te encuentro, 15 quizá con la causa mesma, donde el jurado motín de la intempestiva guerra de elementos, ya que no firma paces, nos da treguas 20 para discurrir, pues eres, sobre ser la confidencia de mis imperios, humano oráculo de sus ciencias, dime, ¿qué natural causa 25 puede ser la que a la media tarde anticipe la noche, las cristalinas vidrieras de sus azules cortinas, corridas de nubes negras, 30 que obligan al pueblo a que, bañado en lágrimas tiernas, música de Dios el llanto, repita en voces diversas?
Terremoto.
VOCES Y MÚSICA.
[Cantan] ¡Misericordia, Señor! 35 ¡Señor, clemencia, clemencia!
BEHOMUD Si fuera natural causa, pudiera ser que dijera que congelados vapores ya del mar, ya de la tierra, 40 partos de sus huracanes o embriones de sus Etnas, habían entupecido el aire de nubes, y ellas de terror al orbe, siendo 45 panteón de sus exequias; mas tan sobrenatural es, que no alcanzo a entenderla.