El cordero de Isaias (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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PITONISA. Aguarda. 1635
Aparte. ¿Cómo el encanto consiente de mi voz, y mi hermosura tal desaire?
BEHOMUD ¿Qué pretendes?
PITONISA Canta. Que lo que ninguno explicarte puede, 1640 lo debas a voces que tanto las debes.
Representa. Y pues la memoria guardas de que ya otra vez oyeses mi dulce voz en el monte, 1645 y es preciso que te acuerdes cuánto tu rebaño errante, cuánto tu confusión fuerte debió a mi aviso, ¿por qué no has de fiar el que llegue 1650 a favorecerte aquí quien allá te favorece?
Canta. Pues los beneficios en pechos fieles el que uno hace obliga 1655 a que otro se llegue.
BEHOMUD Porque no es todo uno, monte, sombra, canto, y que se mezclen acasos que quizá pudo la noche formar rebeldes; 1660 o ver que en iluminados bríos, esplendor alegre, en cordero, sacrificio y paz el día despliegue, haciendo de este volumen 1665 las hojas afable oriente; y más cuando allí ser pudo dejarme llevar de ese persuasivo halago, estar ignorante de que hubiese 1670 ya nueva ley, que prohíbe que la sangre...; mas no intente puesto que nada he de oírte, en nada satisfacerte.
PITONISA Pues bástame a mí saber, 1675 ya que te opones rebelde a la enseñanza de quien no solo capaz mantiene noticia de cuanto oculto misterio se encierra en ese 1680 volumen, pero de cuantos, con azul línea o con verde, el cielo señala a luces, la tierra a flores guarnece, bástame saber que soy, 1685 otra lo diga y mil veces,
Canta. quien puede decirte
Con turbación.
que en dudas tan fuertes quien más las apura menos las entiende. 1690
Representa. Mas ¿qué susto, qué embarazo
Con los mismos afectos.
mi voz (¡ay de mí!) suspende, con tal ahogo, tal miedo, tan cruel lazo y aleve, que de mi propia voz nace 1695 y contra mi voz se vuelve?

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