La dama y el duende (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 9 de 62

a voces de bronce llama.
¡Suerte injusta! ¡Dura estrella!
ISABEL: Señora, no tiene duda
de que mirándote viuda,
tan moza, bizarra y bella,
tus hermanos cuidadosos
te celen, porque este estado
es el más ocasionado
a delitos amorosos.
Y más en la corte hoy
donde se han dado en usar
unas viuditas de azahar;
que al cielo mil gracias doy
cuando en las calles las veo
tan honestas, tan fruncidas,
tan beatas y aturdidas,
y en quedándose en mateo
es el mirarlas contento,
pues sin toca y devoción
faltan más a cualquier son
que una pelota de viento.
Y este discurso doblado
para otro tiempo, señora,
como no habemos agora
en el forastero hablado
a quien tu honor encargaste
y tu galán hoy hiciste.
ÁNGELA: Parece que me leíste
el alma en eso que hablaste.
Cuidadosa me ha tenido
no por él, sino por mí,
porque después cuando oí
de las cuchilladas rüido,
me puse--mas son quimeras--
Isabel, a imaginar
que él había de tomar
mi disgusto tan de veras,
que había de sacar la espada
en mi defensa. Yo fui
necia en empeñarle así;
mas una mujer turbada,
¿qué mira, o qué considera?
ISABEL: Yo no sé si lo estorbó,
mas sé que no nos siguió
tu hermano más.
ÁNGELA: ¡Oye, espera!

Sale don LUIS


LUIS: ¿Ángela?
ÁNGELA: Hermano y señor,
turbado y confuso vienes.
¿Qué ha sucedido? ¿Qué tienes?
LUIS: Harto tengo, tengo honor.
ÁNGELA: (¡Ay de mí! Sin duda es Aparte
que don Luis me conoció.)
LUIS: Y así siento mucho yo
que te estime poco.
ÁNGELA: Pues,
¿has tenido algún disgusto?
LUIS: Lo peor es, cuando vengo
a verte, el disgusto tanto
que tuve, Ángela.
ISABEL: (¡Otro susto!) Aparte
ÁNGELA: Pues yo, ¿n qué te puedo dar,

Página 9 de 62
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: