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¿qué es a lo que se persuade?
ÁNGELA: A que debo de ser dama
de don Luis, juntando partes
de haberme escondido de él
y de tener otra llave
del cuarto.
BEATRIZ: Sola una cosa
dificultad se me hace.
ÁNGELA: Di cuál es.
BEATRIZ: ¿Cómo este hombre,
viendo que hay quien lleva y trae
papeles, no te ha espïado
y te ha cogido en el lance?
ÁNGELA: No está eso por prevenir
porque tengo a sus umbrales
un hombre yo que me avisa
de quien entra y de quien sale.
Y así no pasa Isabel
hasta saber que no hay nadie.
Que ya ha sucedido, amiga,
un día entero quedarse
un crïado para verlo,
y haberle salido en balde
la diligencia y cuidado.
Y porque no se me pase
de la memoria...Isabel,
llévate aquel azafate
en siendo tiempo.
BEATRIZ: Otra duda...
¿Cómo es posible que alabes
de tan entendido un hombre
que no ha dado en casos tales
en el secreto común
de la alacena?
ÁNGELA: Ahora sabes
lo del huevo de Juanelo,
que los ingenios más grandes
trabajaron en hacer
que en un bufete de jaspe
se tuviese en pie, y Juanelo
con sólo llegar y darle
un golpecillo, le tuvo.
Las grandes dificultades
hasta saberse lo son;
que sabido, todo es fácil.
BEATRIZ: Otra pregunta.
ÁNGELA: Di cuál.
BEATRIZ: De tan locos disparates,
¿qué piensas sacar?
ÁNGELA: No sé.
Dijérate que mostrarme
agradecida y pasar
mis penas y soledades
si ya no fuera más que esto;
porque, necia e ignorante,
he llegado a tener celos
de ver que el retrato guarde
de una dama. Y aún estoy
dispuesta a entrar y tomarle
en la primera ocasión,
y no sé cómo declare;
que estoy ya determinada
a que me vea y me hable.