Página 43 de 62
Sin esperar a mañana
esta dicha gozaré.
Si demonio, por demonio;
y si mujer, por mujer;
que a mi esfuerzo no le da
qué recelar ni temer
tu amenaza cuando fueras
demonio...Aunque yo bien sé
que, teniendo cuerpo tú,
demonio no puede ser
sino mujer.
COSME: Todo es uno.
ÁNGELA: No me toques, que a perder
echas una dicha.
COSME: Dice
el señor diablo muy bien.
No la toques, pues no ha sido
arpa, laúd ni rabel.
MANUEL: Si eres espíritu, agora
con la espada lo veré
pues aunque te hiera aquí
no ha de poderte ofender.
ÁNGELA: ¡Ay de mí! Detén la espada.
Sangriento el brazo detén.
Que no es bien que des la muerte
a una infelice mujer.
Yo confieso que lo fui
y, aunque es delito el querer,
no delito que merezca
morir mal por querer bien.
No manches, pues, no desdores
con mi sangre el rosicler
de ese acero.
MANUEL: Di, ¿quién eres?
ÁNGELA: Fuerza el decirlo ha de ser,
porque no puedo llevar
tan al fin como pensé
este amor, este deseo,
esta verdad, y esta fe.
Pero estamos a peligro,
si nos oyen o nos ven,
de la muerte porque soy
mucho más de lo que ves.
Y así es fuerza, por quitar
estorbos que puede haber,
cerrar, señor, esa puerta
y aun la del portal también
porque no puedan ver luz
si acaso vienen a ver
quién anda aquí.
MANUEL: Alumbra, Cosme.
Cerremos las puertas. ¿Ves
como es mujer y no duende?
COSME: ¿Yo no lo dije también?
Vanse los dos
ÁNGELA: Cerrada estoy por de fuera.
Ya, cielos, fuerza ha de ser
decir la verdad, supuesto
que me ha cerrado Isabel
y que el huésped me ha cogido