Las armas de la hermosura (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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diosa romana de la guerra

Ocúltanse los aparadores y mesas

Y porque la causa sepan,
65 Enio, dile a Coriolano
y a cuantos con él celebran,
bastardos hijos del ocio,
cultos al Amor, las nuevas
que traes de Sabinia...
VETURIA: (¡Cielos!
70 ¿Qué nuevas pueden ser éstas?)
LIBIA: (Oye y disimula.)
AURELIO: ...en tanto
que a toda Roma las cuentan
públicos edictos que,
para freno y para rienda
75 de tan locos devaneos,
dispone el Senado.
ENIO: Fuerza,
como a primer senador,
es, señor, que te obedezca,
y fuerza también que haya,
80 para que mejor se atiendan,
de enlazar con su principio
el nuevo motivo.
AURELIO: Sea,
no como quien le refiere,
sino como quien le acuerda. =recuerda
85 ENIO: Sabinio, rey de Sabinia,
mal ofendido de aquella
fingida amistad con que
Rómulo, atento a que fuera
eterna la población
90 de su gran fábrica inmensa

que, émula a Jerusalén, rival
también en montes se asienta,
y que no pudiera serlo,
sin que de su descendencia
95 la sucesión se propague,
viendo cuánto para ella
buscar consortes debía,
convidó para unas fiestas
los comarcanos sabinos
100 con sus familias, en muestra
de firmar con ellos paces.
AURELIO: Si lo fueron o no, deja
al silencio esas memorias,
pues nadie hay que no las sepa,
105 según en su gran teatro
al mundo las representan
el tiempo en veloces plumas,
la fama en no tardas lenguas;
y así, dejando asentada
110 aquella parte primera

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