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Y, dejando aparte
abandonadas proezas,
que en Africa y en España
Rómulo dejó dispuestas,
265 y hoy yacen en el infame
sepulcro de la pereza
¿a qué más puede llegar
el baldón de la honra nuestra
que a pensar el enemigo
270 que ya Roma no es la que era,
pues se promete en sus timbres
que no ha de hallar resistencia?
Demás desto, ¿es bien que yo
a un noble ofendido tenga
275 y no tenga mira a que no repare, no me dé cuenta
es desproporción muy ciega
que él desvelado maquine planee estratagemas
y yo descuidado duerma,
mayormente al blando sueño
280 de tan contrarias sirenas
que, si otras cantando matan, i. e. las mitológicas que tentaron a
ellas llorando deleitan? Ulises
¡Oh, nunca hubierais...!
CORIOLANO: Perdona,
señor, y dame licencia
285 para suplicarte que,
no enojado las ofendas,
ni a ellas ni a cuantos conmigo
a mi ruego las festejan;
y más en este jardín,
290 donde Veturia se alberga,
noble matrona, a quien todas
reconocen preeminencia
por su real sangre; que no
es culpa suya ni nuestra
295 el que en ellas sea agasajo
lo que en nosotros es deuda.
La culpa fue del primero
que robadas las violenta, (aquí) saca de su lugar natural
no de los que, ya robadas,
300 procuran que estén contentas;
que, para tenerlas tristes,
mejor fuera no tenerlas.
Si hacerlas nuestras quisimos,
¿cómo habían de ser nuestras
305 si, en nuestro poder quejosas,
siempre quedaban ajenas? = no nuestras
Que desde el odio al cariño