Página 10 de 53
me lleva, sin consejo y sin camino,
por aquesta alameda,
sin que el cielo un alivio me conceda?
Aun el aliento mío
ya falta, y ya rendido desconfío
de que pueda librarme.
Cansado en este suelo he de arrojarme.
¡Muerto soy! ¡Ay de mí! ¡Válgame el cielo!
JUANA: Gente siento.
MANUEL: Es verdad; allí en el suelo
rendido un caballero
está, en la mano el desmayado acero.
Lo que es sabré. --Señor, ¿estáis herido?
ALONSO: Guárdeos el cielo, hidalgo; que no ha sido
sino cansancio solo; ya me aliento.
Quien presumió parejas con el viento
hoy desmayado yace,
y él es en mí quien tal extremo hace.
MANUEL: El ánimo es valiente,
no desmaye.
Dentro
VOCES: Tomad, tomad la puente,
porque escapar no pueda.
ALONSO: Mayor desdicha es la que me queda.
¿Qué he de hacer? Que esta gente
es la que me siguió; que, aunque valiente
un amigo me guarda
las espaldas, ya el verlos me acobarda,
porque tengo por cierto,
pues siguiéndome vienen, que le han muerto.
Sale LUIS Pérez
LUIS: La puente me han tomado
y el paso, y aun el cielo se ha cerrado
para mí. Esta espesura
será de mi cadáver sepultura.
MANUEL: Luis Pérez, pues, ¿qué es esto?
LUIS: Una desdicha en que el valor me ha puesto,
por librar a un amigo
de la muerte.
MANUEL: Conmigo
ya, Luis Pérez, estáis; muramos juntos;
pues de amistad y amor somos trasuntos.
ALONSO: Quien culpa tiene, y de la causa es dueño,
también sabrá morir.
LUIS: (En grande empeño Aparte
estoy; mas esto es siempre lo primero.)
Manuel, oíd; lo que rogaros quiero
es que en defensa mía
la espada no saquéis aqueste día;
que, aunque me va la vida
en verla de ese brazo defendida,
me va el honor en veros en mi ausencia