Página 32 de 53
LUIS: Beso al señor juez las manos,
a quien suplico se siente,
y quede solo; que tengo
que hablar cosas que convienen
a la comisión que trae.
JUEZ: Idos luego.
Vanse CRIADO 1 y CRIADO 2
LUIS: Por si fuere
largo, me daréis licencia
de tomar un taburete.
JUEZ: Siéntese vuesa merced.
(Sin duda, algún caso es éste Aparte
de importancia.)
LUIS: ¿Vuesarced
cómo en Galicia se siente
de salud?
JUEZ: Con ella estoy
para serviros. (Si fuese Aparte
de importancia.)
LUIS: Pues al fin
vuesa merced me parece,
señor juez, que aquí ha venido
contra ciertos delincuentes.
JUEZ: Sí, señor, un don Alonso
de Tordoya y un Luis Pérez.
Contra el don Alonso es
sobre haber dado la muerte
a un don Diego de Alvarado,
noble y valerosamente
en el campo cuerpo a cuerpo.
LUIS: Sepamos qué caso es éste
para traer de la corte
un hombre docto y prudente,
y sacarle del regalo
que a su cómodo conviene,
a averiguar una cosa
que a cada paso sucede.
JUEZ: No es el alma del negocio
ésta; que la más urgente
del caso es la resistencia
de la justicia, y ponerse
a herir un corregidor
un bellaco, un insolente
de un Luis Pérez, hombre vil,
que aquí vive de hacer muertes
y delitos. Pero yo
¿cómo hablo de aquesta suerte,
dando parte de mi intento,
sin saber quién sois? Conviene
que me digáis qué queréis;
porque no es cosa decente
hablar sin saber con quién.
LUIS: Yo lo diré fácilmente,
si en eso no más estriba.
JUEZ: Pues, decidlo ya.
LUIS: Luis Pérez.
JUEZ: ¡Hola, crïados!
Sale MANUEL
MANUEL: Señor,
¿qué es lo que mandás? ¿Qué quieres?
JUEZ: ¿Quién sois vos?
LUIS: Un camarada
mío.
MANUEL: Y soy tan obediente
crïado vuestro que estoy,