A secreto agravio, secreta venganza (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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tomados de orín y polvo
en que hora yacen y duermen?
Yo fuera justo que fuera,
a no estar por esta muerte
retirado y escondido;
y no es razón ofrecerme,
porque a los ojos del rey
llega mal un delincuente.
Si esto me disculpa a mí,
bastante disculpa tiene
quien soldado fue soldado.
No os vais, amigo, y creedme,
aunque un hombre os acobarde
y una mujer os aliente. (Vase.)

Escena VI
DON LOPE. ¡Válgame Dios!, ¡quién pudiera
aconsejarse prudente,
si en la ocasión hay alguno
que a sí mismo se aconseje!
¿Quién hiciera de sí otra
mitad, con quien él pudiese
descansar? Pero mal digo:
¿quién hiciera cuerdamente
de sí mismo otra mitad,
porque en partes diferentes,
pudiera la voz quejarse
sin que el pecho lo supiese?
¡Pudiera sentir el pecho
sin que la voz lo dijese!
¡Pudiera yo, sin que yo
llegara a oírme ni a verme,
conmigo mismo culparme,
y conmigo defenderme!
Porque unas veces cobarde,
como atrevido otras veces,
tengo vergüenza de mí.
¡Que tal diga!, ¡que tal piense!,
¡que tenga el honormil ojos
para ver lo que le pese,
mil oídos para oírlo,
y una lengua solamente
para quejarse de todo!
Fuera todo lenguas, fuese
nada oídos, nada ojos,
porque oprimido de verse
guardado, no rompa el pecho,
y como mina viviente.
Ahora bien, fuerza es quejarme;
mas no sé por dónde empiece;
que, como en guerra y en paz
viví tan honrado siempre,
para quejarme ofendido,
no es mucho que no aprendiese
razones; porque ninguno

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