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no importaba, aunque lo fuese,
ni importaba que dijese
que necia y que sucia sea;
pero ¡aceite un ojo a mí,
y otro arrope! No, por Dios.
Y aun si lloraran los dos
una cosa, entonces sí
que callara; mas ¿que tope
un picarón, un taimado,
que mis ojos han llorado
uno aceite y otro arrope?
Escena IX
DOÑA LEONOR, SIRENA.
DOÑA LEONOR. Sirena.
SIRENA. Señora mía.
DOÑA LEONOR. ¡ Cuánto tu ausencia me cuesta!
¿Hablástele?
SIRENA. Y la respuesta
en este papel te envía;
y de palabra me dijo,
que si él una vez te hablara,
él se fuera y te dejara.
DOÑA LEONOR. Con mayor causa me aflijo.
¿Para qué el papel tomaste?
SIRENA. Para traerte el papel.
DOÑA LEONOR. (Ap.) ¡Ay, pensamiento cruel,
qué fácil entrada hallaste
en mi pecho!
SIRENA. Pues ¿qué importa
que le tomes y le leas?
DOÑA LEONOR. ¿Eso es bien que de mi creas?
La voz, Sirena, reporta,
con abrasarle y romperle.
(Ap.) Entiéndeme, necia, y sea
rogándome que le vea;
que estoy muerta por leerle.
SIRENA. ¿Qué culpa tiene el papel
que viene mandado aquí,
señora, para que así
vengues tu cólera en él?
DOÑA LEONOR. Pues si le tomo, verás
que es sólo para rompelle.
SIRENA. Rómpele después de lêlle.
DOÑA LEONOR. (Ap.) Eso sí, ruégame más.
Pesadaestás, y por ti
rompo la nema y le leo,
por ti sola.
SIRENA. Ya lo veo.
Abrele, pues.
DOÑA LEONOR. Dice así:
( Abre el papelDoña Leonor, y lee.)
«Leonor, si yo pudiera obedecerte,
»y pudiera olvidar, vivir pudiera:
»fuera contigo liberal, si fuera
»bastante yo conmigo a no quererte.
»Mi muerte injusta tu rigor me ad-vierte,
»si mi vida en amarte persevera,
»¡pluguiera a Dios! y de una vez muriera
»quien de tantas no acierta con su muerte,