Página 28 de 55
si no supiera vencer.
Temblando estoy; cada paso
que siento, pienso que es
don Lope, y el viento mismo
se me figura que es él.
¿Si me escucha? ¿Si me oye?
¡Qué propio del miedo fue!
¡Que a tales riesgos se ponga
una principal mujer!
Escena XI
SIRENA y DON LUIS, -DOÑA LEONOR.
SIRENA. Ésta es Leonor.
DONLUIS. ¡Ay de mí!
¡Cuántas veces esperé
esta ocasión! Ya quisiera
no haberla llegado a ver.
DOÑA LEONOR. Ya, señor don Luis, estáis
en mi casa, ya tenéis
la ocasión que habéis deseado.
Hablad aprisa, porque
os volváis; que temerosa
de mí misma, tengo al pie
grillos de hielo, y el alma
de mi aliento puede hacer
al corazón un cuchillo
y a la garganta un cordel.
DON LUIS. Ya sabéis, Leonor hermosa,
(si es que olvidado no habéis
pasados gustos, y ya
ignoráis lo que sabéis)
que en Toledo, nuestra patria,
(perdonadme) os quise bien,
desde que en la Vega os vi
un día al amanecer,
que aumentando nuevas flores
al campo hermoso, tal vez
lo que las manos robaron,
restituyeron los pies.
Ya sabéis...
DOÑA LEONOR. Esperad, yo
seré más breve. Ya sé
que muchos días rondasteis
mi calle, y a mi desdén
constante siempre tuvisteis
amor firme y firme fe,
hasta que os favorecí.
¿Qué no han llegado a vencer
lágrimas de amor, que lloran
los hombres que quieren bien?
Y favorecido ya,
siendo tercera fiel
la noche (¡qué no consiguen
una reja y un papel?),
tratábamos de casarnos,
cuando os hicieron merced
de una jineta, y fue fuerza
iros a servir al rey.
Fuisteis a Flandes...
DONLUIS. Sí fui
(que aqueso ya lo diré),
donde dimos un asalto,
y murió valiente en él
un don Juan de Benavides,
caballero aragonés.
La equivocación del nombre
dio causa para entender